Las pistas centrales del pabellón municipal de deportes se transformaron ayer en una auténtica Vía Dolorosa .

Desde las 17.00 de la tarde, el entorno del recinto fue adquiriendo el ambiente propio de las grandes citas deportivas. Una expectación que, desde 1992, viene despertando también este espectáculo que sirve de prólogo de excepción a la Semana Santa de Montilla.

Alrededor de un impresionante escenario de casi 50 metros lineales, distribuido en tres embocaduras, y ante la atenta mirada de casi un millar de espectadores en cada una de las funciones, un equipo humano formado por más de 400 personas dieron vida a la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Por segundo año consecutivo, el joven montillano Pablo del Arbol Jiménez asumió el papel protagonista, encarnando a Jesús en las dos funciones. Todo un reto interpretativo que el público supo reconocer no sólo al final de cada función sino en algunos de los momentos con mayor carga dramática, como la escena de la crucifixión o el encuentro con su Madre que, este año, se desarrolló fuera del escenario, acercando a los personajes hasta el patio de butacas.