La Semana Santa de la provincia de Córdoba está llena de matices y atractivos. Son numerosos los municipios que bien merecen una visita en estos días para admirar la riqueza, la tradición y la originalidad de sus desfiles procesionales. Montoro, Baena, Cabra, Puente Genil, Doña Mencía, Iznájar, Montilla, Aguilar de la Frontera, Castro del Río, Bujalance, Lucena o Priego de Córdoba son algunos de ellos, por citar unos ejemplos. La mayoría de ellos son Fiesta de Interés Turístico de Andalucía, una declaración que persigue poner de relieve el patrimonio andaluz, atrayendo la atención del visitante sobre aquellos recursos de trascendencia turística.

La Semana de Pasión de Puente Genil, familiarmente conocida como la Mananta , presenta gran diversidad de matices, siendo de lo más característico los desfiles de figuras bíblicas del Antiguo y Nuevo Testamento, vestidas con ropajes de la época y portando los martirios o atributos que las identifican. Se trata de una representación viviente de la Biblia. Se conoce su presencia desde el siglo XVII.

Baena acoge una de las semanas santas más peculiares de la provincia, lo que le ha valido el título de Fiesta de Interés Turístico Nacional. Su mayor sello de identidad es el judío, que desfila con chaqueta roja bordada, pantalón negro, camisa blanca, pañuelo anudado al cuello y un casco de metal con crines de caballo, blancas o negras, que dan lugar a la distinción Judío Coliblanco o Judío Colinegro. Las turbas, que son el conjunto de cuadrillas de judíos, también están divididas en función del color de sus colas, existiendo ocho cuadrillas de colinegros e igual número de coliblancos. Destacan también los desfiles de centurias romanas y figuras bíblicas, contribuyendo todos estos elementos a engrandecer la Semana Santa baenense.

En Doña Mencía, la figura de los pregoneros es protagonista. Son personajes que o bien recitan o bien cantan pasajes de la Pasión de Jesús al paso de las procesiones. Visten túnicas negras o moradas y siempre llevan un capuchón de monje en la cabeza. Les acompañan los trompeteros, que al final de cada recital hacen sonar su instrumento con un tono de burla. También destacan las figuras de los evangelistas. Esta Semana Santa vive sus momentos álgidos con la representación del vía crucis, el lavatorio, el prendimiento, el descendimiento y la bendición en las cuatro esquinas .

En Iznájar, el conocido como Paso constituye uno de los momentos de máxima expectación. Se trata de una representación viviente de la Pasión de Cristo y se realiza la tarde del Sábado de Gloria. La obra, una tradición que se remonta al año 1958, dura unas tres horas y cuenta con la participación de cien personas, todos ellos actores locales y ninguno profesional. La representación arranca con la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén y termina con el Santo Entierro. En la calle, hoy Jueves Santo destaca la representación del lavatorio de los pies, y el Viernes Santo, por la mañana, arranca la procesión del Calvario. Primero se produce la subida de las imágenes desde la ermita a la parroquia de Santiago Apóstol, donde da comienzo la representación a cargo de unos personajes que simulan a los judíos, ataviados con ropa de época medieval y con caretas pintadas con colores fuertes a modo de burla. Durante el trayecto, estos personajes interpretan con mucha mímica y hacen el juego de la túnica de Jesús.