Representantes del Derecho y de la Judicatura, junto a autoridades y representantes de colectivos montillanos se dieron cita anoche en el Salón San Juan de Dios para asistir a uno de los actos principales de la Semana Santa de la provincia: la Sentencia a Jesús que promovió, por vigésimo quinto año consecutivo, la Centuria Romana Munda.

En esta ocasión, el encargado de asumir el fallo condenatorio a Jesús fue el jurista pacense Antonio Narváez Rodríguez, magistrado del Tribunal Constitucional, quien inició su intervención confesando su «gratitud y emoción, difícilmente contenidas», por retornar a tierras cordobesas, a donde llegó por vez primera en 1982 con la «ilusión juvenil» de tomar posesión de su primer destino como abogado fiscal de la Audiencia Provincial.

Presentado por el fiscal cordobés Fernando Sobrón Ostos -que el pasado año protagonizó este mismo acto-, Antonio Narváez reconoció enfrentarse a la Sentencia a Jesús «con suma humildad y, también, con trazo dubitativo» por tener que sostener «una acusación que jamás como fiscal habría formulado contra este inocente, ni tampoco ahora, como magistrado, habría tenido la osadía de asumir».

De este modo, el magistrado del Tribunal Constitucional asumió la obligación de «dictar una sentencia que imponga la condena más severa posible», pero fundamentada sobre la «infundada acusación» de unos delitos que solo existieron en las «despiadadas mentes» de quienes los idearon, «embargados de infamia e ignominia y alimentados exclusivamente por el odio y el afán de venganza» frente a la «verdad» que Jesucristo predicó.

Aludiendo a pasajes evangélicos y a filósofos como Platón o Edith Stein, el sentenciador romano defendió que la Verdad, en su significado cristiano, «transmite un estímulo de esperanza, de seguridad y de confianza en la vida terrenal, pero también en la vida eterna que le seguirá».

Después de dar lectura a su sentencia, Antonio Narváez -acompañado del alcalde de Montilla, Rafael Llamas, y de los promotores del acto, José Miguel Raya y Francisco Criado- fue escoltado por la Centuria Romana Munda hasta la parroquia de Santiago Apóstol, donde se reprodujo el Pretorio romano.

Ante el centenario Ecce Homo de Juan de Mesa El Mozo, el magistrado del Tribunal Constitucional procedió a la lectura del fallo decretado por el gobernador romano Poncio Pilato.