Lucena despidió ayer de forma multitudinaria a su patrona, María Santísima de Araceli, que lo es también del campo andaluz, cuya imagen fue trasladada en procesión al santuario serrano de Aras. A las 7.00 horas se ofreció la misa de romeros en la iglesia mayor de San Mateo, a cargo del vicario de la campiña, David Aguilera Malagón. Centenares de fieles acudieron a dicho acto, uno de los más emotivos del calendario aracelitano, y que contó con la asistencia del alcalde, Juan Pérez; miembros de la corporación; el general jefe de Andalucía de la Guardia Civil, Manuel Contreras; el coronel Francisco Fuentes; el teniente coronel Juan Carretero; responsables locales de la Policía Nacional, Guardia Civil y Policía Local; miembros de la Real Archicofradía de María Santísima de Araceli, con su hermano mayor, Rafael Ramírez Luna; la aracelitana mayor, Araceli Ranchal Rodríguez y sus damas, Araceli Gómez Maíllo, Pilar Gómez Maíllo, Lourdes María Jurado Jiménez, Almudena Martos Contreras, Araceli Ramírez Guerrero y Silvia Trujillo Pino.

La Virgen, que lucía ayer un espléndido vestido en tonos verdes, al igual que el niño, portaba el fajín del general de la Guardia Civil Francisco Gálvez Jiménez, fallecido en noviembre en Lucena. La cuadrilla de santeros, todos guardias civiles, y su manijero, el capitán de la Guardia Civil lucentino José Antonio Montes, bajaban el paso desde el altar mayor de San Mateo en torno a las 8.00 horas. Momentos después, el disparo de cohetes anunciaba la salida del templo y centenares de lucentinos, romeros y devotos esperaban a María Santísima de Araceli para acompañarla en su romería, que contó con la participación del Escuadrón de Caballería de Madrid, una sección de guardias civiles de escolta de la Virgen, decenas de caballistas y numerosas personas a bordo de coches de caballos y carrozas.

La Virgen de Araceli lucía espléndida sobre su trono romero y su recorrido procesional estuvo acompañado de la Banda de Música de Lucena dirigida por Miguel Ángel Gómez. En la puerta de la Mina, como manda la tradición, la procesión fue despedida por autoridades y algunos lucentinos que por distintos motivos no pueden acompañarla hasta la cumbre de la sierra. Cercanas a las trece horas a hombros de su cuadrilla de santeros, la procesión llegaba al santuario.