Tras la raquítica cosecha del año pasado, el olivar lucentino presenta una abundante carga de aceitunas. Así, los olivareros podrán resarcirse algo del impacto de la crisis en sus economías. Pero no las tienen todas consigo, ya que temen que, como tantas veces, los dueños de lo ajeno se queden con la recompensa de sus esfuerzos. Hay inquietud y se espera la ayuda de las administraciones para poner en marcha una vigilancia adecuada del campo.