A Pascual Rovira sus pollinos lo presienten. Cuando por las mañanas Pascual, presidente de Adebo, sale de su casa, sus animales, a dos kilómetros de distancia, saben si va a la reserva o a otro lugar. Los burritos se ponen en atención, con las orejas hacia adelante, y rebuznan de alegría en cuanto confirman que su defensor y cuidador va a visitarlos. Esto ocurre a diario y cualquiera lo puede comprobar.

El profesor de Etología de la Universidad de Córdoba Mariano Herrera no se extraña de estas capacidades, está convencido de "la sensibilidad y la inteligencia de los burros". Al igual que los perros, "los asnos leen los sentimientos de las personas, saben de su estado de ánimo", señala Herrera, que encuentra imprescindible el estudio etológico de estos animales, es decir, su carácter y comportamiento. Los asnos llevan con el hombre más de 12.000 años y esto ha creado unos vínculos que permiten una rica comunicación entre estas dos especies diferentes.

Pascual Rovira tiene montones de ejemplos sobre esta inteligencia y esta comunicación. Es el caso de Mandela, un burrito que hace años salvó en la Alpujarra; el animal lo recibe todos los días "con un abrazo", comenta Rovira. "Un abrazo a su manera, con su cabeza me rasca la espalda, me da empujoncitos de aprecio, así comienzo la jornada", explica el defensor de estos animales. En la actualidad, Adebo protege a 51 asnos y tiene previsto la creación de la Casa del Burro, un lugar donde poder conocer a estos complejos "compañeros", señala Rovira.

El profesor Mariano Herrera completará este estudio de Etología con otro sobre la situación de la raza andaluza-cordobesa. "En la actualidad quedan 200 ejemplares, de los que 30 están en Adebo", según apunta el científico, que aportará sus conocimientos a un libro sobre las razas asnales españolas en peligro de extinción que elabora la Consejería de Agricultura de la Castilla-León.

Las otras razas son la zamorana, el asno de las encartaciones, el garañón catalán, el mallorquín y el majorero canario. "La raza andaluza es la de mayor porte, con un alzada que llega a un metro sesenta", precisa Herrera, que la califica de "verdadero patrimonio de un pueblo". Pascual Rovira está convencido de que sus burros entienden los buenos propósitos de Herrera "y, por supuesto, que se lo agradecerán, porque forma parte de su educación sentimental".