Fiel a una tradición que se remonta al primer tercio del siglo XVI, Priego volvía a celebrar ayer uno de los jueves que, según el dicho popular, «…brillan más que el Sol».

Desde que su celebración fuera promovida por San Juan de Ávila, las fiestas en honor al Corpus Christi han gozado en la localidad de la Subbética de una gran popularidad, alcanzando en los siglos XVII y XVIII una de sus etapas de mayor esplendor, como así se constata en distintas fuentes documentales, en las que se hace referencia a la celebración de variados actos, entre los que destacaban la quema de castillos de fuegos artificiales, la representación de autos sacramentales o la ejecución de danzas en honor al Santísimo.

Con el paso del tiempo, la programación se ha simplificado manteniendo, eso sí, su esencia, así como el particular protagonismo del barrio de la Villa, cuyos vecinos, siguiendo una tradición centenaria, engalanaron de manera especial para recibir el cortejo procesional de Jesús Sacramentado que, en el artístico templete Luis de Beas, fechado en 1592, recorrió sus angostas callejas en la mañana de este jueves del Corpus.

Las elevadas temperaturas no fueron óbice para que los niños y niñas que este año han recibido su primera comunión participaran en un cortejo, en el que junto a representantes de las cofradías y hermandades de la localidad también lo hicieron representantes de la Corporación, así como autoridades militares.

Y junto a las celebraciones religiosas, las de carácter lúdico, organizadas por la asociación de vecinos de la Villa, también contaron con una gran participación, particularmente la animada velada musical de la noche del miércoles, así como la degustación de paella y los juegos infantiles con los que en la tarde de ayer jueves se ponía un brillante epílogo a estas fiestas que, pese a los cambios lógicos del paso del tiempo, siguen manteniendo un gran arraigo en Priego.