La decisión de cerrar las minas de carbón fue una decisión política. En Córdoba, la última en echar el cierre fue la Corta Ballesta, en el término municipal de Espiel, en 2012. Los Fondos Miner nacieron para paliar el impacto económico y social que el cierre de las minas provocaría, pero no han logrado impulsar la necesaria reconversión industrial de la comarca que había vivido hasta entonces en exclusiva de este monocultivo. Dicho sin ambages, se cerraron las minas sin que nadie ideara una alternativa para estos pueblos. Por eso, como denunció Pedro Ángel Cabrera, representante de IU en Peñarroya-Pueblonuevo, hace una semana en el Parlamento Europeo: «la comarca se muere». Por desgracia la expresión no tira de retórica, sino de cifras. Se cree que se han perdido entre 5 y 6.000 empleos directos e indirectos y solo en Peñarroya se ha pasado en menos de dos décadas de 20.000 habitantes a 12.000, mientras que la tasa de paro ronda el 23%. Si algo ha frenado el éxodo de la comarca ha sido, tristemente, que no hay muchos sitios donde escapar.

Desde los sindicatos se quiere subrayar la paradoja de que en la cuenca minera del Guadiato sigue habiendo mucho carbón, mientras que España continúa teniendo la necesidad de emplearlo para generar energía eléctrica. A 1 de diciembre del 2016, el 23% de la electricidad que se genera en el país proviene precisamente del carbón, pero éste viene de fuera (China, EEUU, Sudáfrica...). La misma central de Puente Nuevo quema carbón del extranjero. Carlos Núñez y Juan Carlos Fernández, sindicalistas de CCOO, creen que prodría seguir extrayéndose pero cambiando los procesos.

La expedición, que ha marchado a Bruselas para reclamar a Europa 23 millones de euros de los Miner que aún se adeudan, ha pretendido poner el foco mediático en un problema vital para la provincia cordobesa. Lo que se ha pedido es la mediación de la UE para que pregunte al Gobierno de España por qué decidió sacar a la comarca de los planes Miner en 2011. Para ello IU ha tratado de buscar apoyos en el PSOE y Podemos, consciente, no obstante, de que solo la movilización social sería efectiva para que Europa mire de nuevo al Guadiato.