Las unidades del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil de la provincia han intensificado los servicios de control y vigilancia contra la caza ilegal de aves pequeñas, sobre todo las que se llevan a cabo con el sistema llamado de "chifle", que son los reclamos eléctricos que imitan el canto de los pájaros.

Desde el inicio de la campaña de prevención se han detectado ya cuatro casos de esta modalidad ilegal de caza, en las que se han extendido las correspondientes denuncias a sus autores y se han intervenido numerosas especies capturadas, unas con vida y otras muertas, así como las artes prohibidas usadas para su captura. Las actuaciones tuvieron lugar los días 14, 16, 17, 22 y 27 de octubre en fincas de los términos municipales de Adamuz, Montoro y Córdoba, por efectivos de las patrullas del Seprona de Córdoba, Montoro y Villanueva de Córdoba.

Una de la operaciones más importantes se llevó a cabo el pasado día 22, en el paraje de El Membrillar, de Adamuz, donde fueron sorprendidos cinco cazadores a quienes le fueron intervenidos 46 ejemplares de zorzal común, así como dos currucas capirotadas, tres chifles y varetas impregnadas de liria. La otra fue la desarrollada en el Polígono de la Torrecilla de Córdoba, el día 27, donde se apreció a un hombre de nacionalidad rumana que escondía una bolsa. Al acercarse los agentes descubrieron que llevaba una jaula con diez jilgueros vivos, que fueron puestos en libertad, nueve verderones, un verdecillo y 19 gorriones, todos ellos sacrificados.

Además se han realizado otras operaciones. La primera se llevó a cabo en la madrugada del día 14, en la zona conocida como La Solana-El Sumillón. Allí los agentes tras escuchar el sonido de uno de estos aparatos para atraer zorzales, sorprendieron al autor, un hombre de 54 años, de Adamuz, quien había colocado tres "redes niebla o japonesas". Se le intervinieron las artes descritas y dos currucas capirotadas, ya sacrificadas. En otro operativo, se sorprendió a otro vecino de Adamuz con varias artes ilegales y el día 17 en Montoro, otros cazadores huyeron al ver la llegada de los agentes, abandonando las artes que usaban.