La aldea lucentina de Jauja comienza a respirar tras el descenso del río Genil, que estos últimos días ha causado daños en buena parte de su ribera. La Confederación Hidrográfica ha reducido desde 151 a 116 los metros cúbicos que desembalsa por segundo el pantano de Iznájar, una medida ha traído consigo que el nivel de las aguas haya descendido más de un metro y que las mismas vayan dejando de invadir las viviendas y edificios más cercanos al cauce.

El alcalde pedáneo, Rafael Gómez, comentaba ayer que entre los vecinos empieza a respirarse cierto grado de tranquilidad por la bajada de la inundación, que vuelve a dejar a la vista espacios cubiertos por el agua durante varios días. Ahora es el momento de empezar a evaluar la cuantía de los daños tanto en las casas como en las huertas. En este sentido, el Ayuntamiento de Lucena ha aprobado en el último pleno solidarizarse con los vecinos de la aldea y colaborar para elaborar un plan que sirva para que no se vuelvan a producir situaciones como la vivida.

La construcción de defensas y diques en las zonas con más peligro de inundarse ha sido una medida eficaz para impedir que la fuerte corriente fluvial siguiera subiendo de forma incontrolada hacia el casco urbano e invadiera no solamente un mayor número de casas, sino también algunos edificios públicos ubicados cerca del cauce.

LA ACEÑA ARABE De todas formas, el agua sigue siendo aún protagonista en el entorno del campo de fútbol y otras zonas deportivas y de ocio infantil, así como en la antigua aceña árabe, un monumento histórico de la arquitectura hidráulica que fue recuperado no hace mucho tiempo y que de nuevo se ha visto cubierto por el barro, por lo que de momento se desconocen los daños que haya podido sufrir.