El vino es a la vida lo que el jazz a la música: un elixir de libertad, una criatura indómita que estalla en mil texturas al más mínimo contacto con los sentidos. Y en Cabriñana lo saben bien. Por eso, la primera bodega rockera de Andalucía, enclavada en pleno corazón de la Sierra de Montilla, hermana cada año su primer mosto de la temporada con los más variados estilos musicales. Y ayer fue el turno del jazz, encarnado en una figura de primer nivel internacional: Chucho Valdés.

El pianista cubano, ganador de ocho premios Grammy, reservó un hueco en su apretada agenda para ser investido Aprendiz de los Vinos de Montilla, en un acto que reunió a 300 personas.

"El vino es creatividad en todos los sentidos, al igual que la música", destacó el artista cubano, quien reconoció sentirse "emocionado y halagado" en su recién estrenada faceta como embajador de los vinos de la zona Montilla-Moriles.

El pianista, que mañana actúa en el auditorio Laeiszhalle de Hamburgo, en Alemania, comparó las cualidades de los caldos generosos de la tierra con el jazz. "Ambos son estimulantes y saludables", apostilló Valdés, antes de regalar a los asistentes una pequeña pincelada de rock añejo junto a los miembros de The Afro-Cuban Messengers.

Tampoco faltaron a la cita Javier Ojeda, líder de Danza Invisible, o Mike Vernon, uno de los productores más reconocidos del panorama internacional.

El Mosto Rock se viene repitiendo invariablemente desde el año 2000, cuando el alma máter de Bodegas Cabriñana, José Carbonero, decidió continuar con una tradición implantada por sus padres que sirve para dar la bienvenida al vino nuevo del año.