Es una de las pocas fortalezas que nunca fue tomada al asalto y sus murallas cobijaron a emires árabes y reyes cristianos. Es el Castillo de Almodóvar, en Córdoba, un fortín de origen musulmán ubicado en una colina junto al río Guadalquivir y que es digno del mejor escenario cinematográfico.

Ava Gardner y Omar Sharif rodaron allí la película "Harem" (1986), una de las pocas experiencias cinematográficas que han reparado en la belleza escenográfica de este impresionante edificio, que corona una colina de unos 250 metros y que fue levantado en torno al año 740 sobre una antigua edificación de épocas primitivas.

El Castillo de Almodóvar tuvo una importancia capital en la defensa de Córdoba por su situación estratégica, junto al río Guadalquivir, que en esa época era navegable por pequeños barcos de ribera, y perteneció prácticamente desde su construcción al Emirato de Córdoba, al que estuvo vinculado hasta el siglo X.

Su paso a manos cristianas tuvo lugar en 1226, cuando pasó a propiedad de Fernando III "El Santo" y comenzó un periodo en el que fue sometido a sucesivas ampliaciones por los reyes castellanos Pedro I de Castilla, conocido como "El Cruel", y Enrique II de Trastámara.

Durante el periodo de Pedro I vivió su época de mayor esplendor, puesto que el rey habitó en el castillo y guardó allí sus tesoros, además de usarlo como prisión, en la que recaló Doña Juana de Lara, esposa del hermanastro del monarca.

Además, fue utilizado como Cárcel Real y sirvió de fianza para la compra del municipio de Fuente Obejuna, antes de que, en 1629, fuera vendido por el rey Felipe IV a Francisco de Corral y Guzmán.

Desde entonces, la fortaleza ha pertenecido a esa familia, y sufrió las consecuencias del paso del tiempo hasta que, entre 1901 y 1936, fue sometida a una faraónica obra de restauración por el XII Conde de Torralva, que nunca la llegó a ver finalizada, y que dejó el Castillo en el estado de conservación actual.

Hoy, es visitado a diario por turistas, colegios e institutos, y sirve como marco para enlaces matrimoniales, muchos de ellos de parejas extranjeras, según ha explicado a Efe la gerente comercial del edificio, Pilar Egea.

El Castillo se mantiene -ha indicado- como un negocio sólido que crece en número de visitantes cada año, y que, para el futuro inmediato, está gestionando ser el escenario de una famosa serie de televisión, que prefiere no desvelar.

Lo cierto es que sus muros parecen perfectos para el rodaje de una de esas batallas épicas de la serie "Juego de Tronos", no sólo por su perfecto estado de conservación, sino por su enclave y el vasto territorio que domina.

De momento y hasta que las cámaras lo vuelvan a inmortalizar, sirve de encuadre perfecto para una visita turística distinta, y también para exposiciones itinerantes, como la que se está desarrollando estos días con motivo del año dual España Japón.

Egea considera que el éxito está en que hay pocos castillos que estén reconstruidos de esta manera y aclara que la familia Solís, descendiente del Conde Torralva, tiene como único interés mantener el edificio tal y como su antepasado lo ideó.

De hecho, llama poderosamente la atención ver fotografías del estado ruinoso en el que el Conde se encontró el castillo, y compararlas con el estado actual, producto de una obra en la que se emplearon unos 6.500 metros cúbicos de piedra y en la que trabajaron unas 800 personas.

Una obra titánica que quizá daría para otra película, porque si algo tiene el Castillo de Almodóvar es un aura cinematográfica.