Hubo un tiempo en el que todos los caminos conducían a Roma porque a lo largo de los siglos los distintos emperadores romanos fueron creando una intrincada red de comunicaciones para unir su vasto imperio. De Hispania a la India o de Britannia a Egipto, los romanos construyeron una inmensa red de caminos que comunicaban la metrópoli, Roma, con cualquier punto que se encontrara bajo su dominio.

La Vía Augusta, cuyo trazado discurría entre Gades (Cádiz) y los Pirineos, fue la calzada más larga de Hispania y en su recorrido por la provincia de Córdoba atravesaba las comarcas del Alto y Medio Guadalquivir, más o menos coincidente con la actual Nacional IV y con «la misma orientación que el río», según explica Giuseppe Palmieri, arqueólogo conservador del patrimonio y miembro del grupo de investigación Antiguas Ciudades de Andalucía de la Universidad de Córdoba.

Palmieri destaca que la Vía Augusta representaba «en el siglo I dC todo el valor simbólico que Roma quería hacer patente en las provincias del imperio: seguridad, prosperidad y riqueza». Era todo un distintivo de su poderío que se reforzaba, aún más, con la colocación de miliarios, unos indicativos de piedra que señalaban la distancia en millas a la ciudad más importante del trazado y que indicaban el nombre y títulos del emperador.

Como explica Palmieri, en el Alto Guadalquivir, «si bien la Vía Augusta nunca pudo proporcionar un medio de transporte tan económico como el que aprovechaba la fuerza de las aguas, a pesar de su proximidad al río, debió servir para conectar un buen número de caminos secundarios entre los campos y el río y articular el funcionamiento comercial de la región». De hecho, Plinio menciona en su Historia natural una vía entre Obulco (Porcuna) y el río que tendría una extensión aproximada de 14 millas.

En este tramo, y para salvar el arroyo Salado, se construyó el puente ubicado en la actual localidad de Villa del Río, infraestructura romana que soportó todo el tráfico rodado de la Nacional IV hasta la década de los 60 del pasado siglo.

Desde este punto, según Palmieri, la Vía Augusta continuaba hasta las actuales localidades de El Carpio, Montoro (antigua Epora) y Pedro Abad, denominada Sacili Martialium en época romana.

Epora y Sacili

Tras las segundas guerras Púnicas, Montoro, la antigua Epora, se convirtió «en una ciudad federada, es decir, en una ciudad bajo el dominio romano que mantuvo su autogobierno y la capacidad de emitir su propia moneda, lo que permitió un gran desarrollo de su economía», como indica el investigador Giuseppe Palmieri.

Esta localidad tuvo una gran importancia debido, sobre todo, a su situación estratégica, que le permitía la comunicación tanto con Corduba, la capital de la Bética, como con otras zonas de la provincia, entre ellas Solia (El Guijo), un municipio de gran riqueza minera. En cuanto a los restos de la ciudad de Sacili, que también acuñó su propia moneda en la época, se han localizado en una propiedad privada del término de Pedro Abad, que está pendiente de calificación como Bien de Interés Cultural (BIC).

El medio Guadalquivir

En esta comarca de Córdoba «no está del todo clara la atribución de los topónimos de muchas localidades en época romana», en palabras del investigador, aunque se tiene constancia de distintos asentamientos en la zona, como en el sur de Hornachuelos, donde «las principales actividades económicas fueron las derivadas del cultivo del olivo y de la producción y comercialización del aceite». De hecho, en la colina artificial del Monte Testacio (Roma) se han identificado ánforas para transportar aceite procedentes de la zona de Palma del Río.

Mientras, a Almodóvar del Río «se le identifica, con ciertos problemas, generalmente, con Carbula», como subraya la información que ofrece la Ruta Bético Romana. Allí se han descubierto importantes obras de ingeniería hidráulica.