En El Carpio no se celebra desde hace más de una década el Entierro de la Sardina para poner fin al Carnaval. En esta localidad del Alto Guadalquivir se utiliza un galgo por cuestiones elementales, ya que a los vecinos tienen el sobrenombre de «galgos». La asociación de vecinos Haza de Gracia y el Ayuntamiento de El Carpio organizaron la noche del pasado martes, día 13, la novena edición del Entierro del Galgo, una cita que da por concluida la celebración del Carnaval con un acto cada vez más numeroso, dando paso al Miércoles de Ceniza, antesala de la Cuaresma.

Unos 300 vecinos, así como alumnos del colegio Ramón y Cajal, acompañan a un galgo de cartón, elaborado por Jesús Zurita, en un recorrido procesional entre llantos y algarabía, en una noche de brujas y hechizos. Niños y mayores protagonizaron unas escenas que rayaban entre el escarnio y la algarabía, el dolor simulado y la complacencia ante un animal que simboliza a los vecinos de este pueblo desde tiempos inmemoriales y que reproducen una de las escenas más atrevidas de la provincia.

Portado por antiguos alumnos del Brujo, el recorrido tiene lugar por el entorno de la Haza de Gracia, prendiéndole fuego a la imagen en una gran fogata. Manuel Montenegro, profesor del colegio Ramón y Cajal, se disfraza también para la ocasión, siendo la persona que, en un día de bromas en el bar Kilómetro 13, dio luz a esta iniciativa, que se ha convertido ya en un clásico. Desde un garaje aledaño al lugar donde se prende fuego al galgo de cartón, tambores, chirigotas y vecinos custodiaban al can para, más tarde, proceder a sacrificarlo. Los pinganillos y amigos colaboradores portaban antorchas y se regalan camisetas a todos los asistentes disfrazados. Este año ha habido premios infantiles y adultos a los mejores disfraces e incluso un premio al mejor galgo mascota disfrazado para el acto.

Al final, hubo una gran chocolatada, que sirvió para rematar una tarde de convivencia en la que las risas, el sarcasmo y la diversión fueron las protagonistas en una jornada plácida.