La mirada de Pepe Maestre dice más que cualquiera de las explicaciones que nos dé acerca de su vida y su negocio, dos realidades que han ido siempre de la mano. Enrojecen y lagrimean cuando los nombres de sus padres entran en escena, se encogen y alivian al viajar a los años de su juventud y se abren de par en par simplemente con mencionar a Marisa, su mujer y compañera de viaje, y su hijo, Pepe, como él. Me gustan las personas de miradas tan sinceras y admiro a quienes, como él, se han pasado la vida detrás de una barra y en su diccionario aparecen bien marcadas palabras como sacrificio, esfuerzo y profesionalidad. Sé de lo que hablo y por eso tenía que pasar por Aldea Quintana, un lugar cuyo principal atractivo es precisamente el restaurante Casa Paco Maestre. Durante décadas, este establecimiento ha sido parada obligada para miles de viajeros. Su batiburrillo es el plato que mejor define a este rincón gastronómico. Contiene todos esos ingredientes que han llevado a los Maestre a ocupar un lugar destacado en la hostelería cordobesa. Chorizo, morcilla, huevos de campo, lomo de orza… Qué bien huele, mejor sabe. Pepe y Marisa nos ayudarán a conocer más sobre este plato.

-Marisa, ¿desde cuándo el batiburrillo?

-Mis suegros lo iniciaron y nosotros lo hemos mantenido. Lleva todos los productos que nos piden los clientes.

-Es curioso que desde Córdoba se desplacen al restaurante solo para comer este plato.

-Cierto, de Córdoba viene gente solo a comer los huevos con chorizo. Está buenísimo.

-Pepe, ¿los productos que utilizáis son de aquí?

-Sí, y eso es algo que viene de siempre. El chorizo y la morcilla son de La Victoria, de unos familiares. Antiguamente mis padres mataban a la semana tres o cuatro cochinos.

-¿Por qué creéis que tienen tanto éxito?

-Siempre tenemos buena calidad. Las patatas, las mejores, y los chorizos y morcillas de esta zona son de lo mejor que hay.

-Porque la cantidad y la calidad no tienen por qué estorbar.

-Aquí siempre hay calidad y cantidad, y la gente lo sabe.

-Siempre habéis sido muy buenos con los guisos, como el pollo en pepitoria y las albóndigas.

-Las albóndigas en caldo es la misma receta de mi madre y le gusta mucho a la gente. Cada día, además, tenemos un guiso diferente y todo es cien por cien casero.

-Marisa, la cocina que haces es la misma de tu suegra, ¿verdad?

-Sí, y también la de mi madre, pero es verdad que el alma de esta cocina es mi suegra. Yo me incorporé en el 2007 y traté de mantener el estilo de cocina, aunque hemos ido metiendo más platos, pero lo que hacía ella se hace igual.

-La gallina en pepitoria es otro gran plato que tenéis en carta.

-Nos la piden hasta para llevarla.

-Pepe, a tu padre lo conocían como «El Tuerto».

-Se quedó tuerto de chico porque le saltó el cristal de una lámpara y en aquellos tiempos no pudo hacerse otra cosa.

-Imagino que os acordáis mucho de tu padre.

-Aquí raro es el día que no nos preguntan por él. Él vino al restaurante casi hasta el último día. Iba a la cocina y salía y se tomaba su copita de vino. La gente de Córdoba ha querido mucho a mi padre y nosotros le estamos muy agradecidos, a él y a Rafaela. Mi madre ha luchado toda la vida.

-¿Habrá otra generación al frente del negocio?

-Nos gustaría que no se dedicara, es muy sacrificado. Nuestro hijo ayuda en la barra y hace cafés y comandas. Está bien que aprenda y sepa lo que es esto, porque si elige que sepa a lo que se enfrenta.

-¿Quién manda en el restaurante?

-La sala y la cocina nos llevamos muy bien, cada uno tiene su zona.