La crisis parece haberse cebado también con el olivar lucentino, que presenta una de las cosechas más escasas de los últimos tiempos. Hay olivos que, por su escaso fruto, ni siquiera merece la pena recoger, y esta situación resulta especialmente preocupante para muchas familias que tienen en esta actividad su único medio de vida.

Ante ello, el panorama es preocupante para el empleo y, por ende, para la economía en general, pues ya se sabe lo que ocurre cuando no entran jornales en casa. Ante ello, es preciso seguir apostando por el desarrollo del sector agroalimentario local para generar nuevos empleos tanto en el entorno del olivar como de la mano de otros cultivos complementarios.

La mejora en la comercialización de los aceites, de la mano de la nueva Denominación de Origen, puede lograr un objetivo deseado por todos, como es el de lograr que, progresivamente cada año, la mayor parte del valor añadido de la actividad se vaya quedando en la localidad.