María Pacheco Ramírez, la abuela coraje ruteña, por fin ha conseguido de la Junta de Andalucía la guardia y custodia legal de sus nietos Héctor y Laura Ortiz Guerrero. Hasta ahora María Pacheco había contado con documentos provisionales de la Dirección General de la Infancia de la Junta de Extremadura, donde los niños fueron localizados junto a sus padres viviendo en una autocaravana en la sierra de Santa Olalla, de la localidad cacereña de Villamiel, donde practicaban la doctrina de la secta Adventistas del Séptimo Día.

Finalmente, la comisión provincial de Medidas de Protección de la Consejería de Asuntos Sociales, con fecha del 22 de mayo, y firmado por la jefa del servicio de protección de menores, Soledad Monterde Pérez, ha otorgado la guarda de los niños a su abuela. Desde que María recuperó a sus nietos, el 28 de septiembre de 2002, han pasado ocho meses en los que tanto la abuela, los padres, como los niños, han estado bajo la atención de los técnicos de Asuntos Sociales, que han estudiado el caso hasta delegar en la abuela la custodia de los menores y retirar incluso, según María Pacheco, el régimen de visitas al que tenían derecho los padres, Carmen Guerrero Pacheco y Pedro Ortiz Candelas, de 42 y 47 años respectivamente.

Como explica la abuela coraje, "los niños estaban explotados, predicando por los pueblos, estaban atemorizados por la secta". Durante cuatro años no estuvieron escolarizados y deambulaban por toda España, recuerda María. "Les decían que la escuela era satánica, que la televisión era el ojo de la bestia y los médicos unos brujos con bata blanca; así no podían estar estos niños", comenta. Durante años María Pacheco ha intentado acoger a Héctor, que ayer cumplió 14 años, y a su hermana Laura, que cumplirá 12 el próximo 17 de junio. Para que la abuela los tenga en su casa ha sido fundamental la gestión de Prodeni (Asociación pro Derechos del Niño y la Niña).

Durante estos ocho meses "mis nietos no han faltado al colegio, van limpios y con los deberes hechos, tienen amigos y una vida normal", dice María, que pide a su yerno y a su hija que salgan de la secta en la que están, "que trabajen, porque trabajar no es malo, que yo soy una vieja y me hincho de trabajar todos los días".

María Pacheco es viuda y tiene 64 años, "todos los días me levanto a las siete y cuarto para prepararles el desayuno, porque lo primero son mis nietos. Aunque reviente cuidaré de ellos".