El barrio de El Salvador-La Compañía, ubicado en el corazón de la ciudad, guarda entre sus calles grandes tesoros, joyas arquitectónicas que durante siglos ha sido cobijo de la cultura, la política, la educación, el ocio o el saber, desde la época romana hasta nuestros días.

La vida en esta parte de la ciudad gira en torno a la Plaza de la Compañía, frente a la iglesia de San Salvador y Santo Domingo de Silos, un templo fundado en el siglo XVIII tras la fusión de dos parroquias: la de Santo Domingo de Silos, una de las fundadas por Fernando III y hoy desaparecida como templo, y la de El Salvador.

Esta última parroquia formó parte del colegio de Santa Catalina, creado por la Compañía de Jesús en el siglo XVI, orden religiosa de la que la plaza tomó prestado el nombre. Tras la llamada Revolución Gloriosa de 1868, que destronó y envió al exilio a Isabel II, la plaza pasó a llamarse del 20 de septiembre, para recordar que en ese lugar se levantaron los cordobeses partidarios de la revolución, aunque más tarde el entorno recobraría su denominación original, como señala Teodomiro Ramírez de Arellano en sus Paseos por Córdoba.

El colegio de Santa Catalina también ha tenido distintos nombres, desde las Reales Escuelas Pías al colegio Cervantes y en la actualidad Inmaculada Concepción. El edificio, de grandes dimensiones, ha sido remodelado a lo largo de los siglos y su interior está presidido por una imponente escalera barroca por la que aún hoy suben y bajan los escolares.

Lo que queda de la iglesia de Santo Domingo de Silos hoy forma parte del Archivo Histórico Provincial, ubicado en la calle Reloj. Se construyó sobre una edificación romana, ya que en su interior se descubrió un mosaico llamado Las cuatro estaciones, que en la actualidad forma parte de la colección del Museo Arqueológico de Córdoba.

Muy cerca de allí se levantó en el siglo XVII otro colegio, el de Santa Victoria, en el que se construyó una espectacular iglesia en forma circular que recuerda al Panteón de Roma y que cada Navidad se abre al público para exponer su belén.

Ya en la calle Ambrosio de Morales, dedicada al humanista y arqueólogo cordobés nacido en el siglo XVI, se encuentra el edificio que albergó la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, fundada en 1810, y que hoy tiene su sede en la calle Alfonso XIII.

A pocos metros de aquí se construyó un coliseo de pequeñas dimensiones realizado en madera, el Teatro Cómico Principal. En 1892, poco después de ser vendido al empresario Manuel García Lovera, fue pasto de las llamas, un acontecimiento «verdaderamente doloroso», como relataba la crónica del suceso en la edición del 19 de septiembre del Diario de Córdoba. El edificio se volvió a construir en el siglo XX, conservando parte de sus elementos originales.

En el incendio hubo que desalojar el desaparecido Café Suizo, establecimiento que, según Ramírez de Arellano, complacía «a casi todos los vecinos de Córdoba, que pueden considerarse como sus parroquianos».

En esta misma calle, frente al teatro, se encuentra otro edificio emblemático, el convento del Corpus Christi, «establecido en 1609 y abandonado por las monjas dominicas descalzas en 1992», como escribió desde las páginas de Diario CÓRDOBA Francisco Solano en sus Rincones de Córdoba con encanto.

Hoy este convento, rehabilitado por Rafael de la Hoz Arderius, es la sede de la fundación para jóvenes creadores que preside el escritor Antonio Gala.

A pocos metros, en la Plaza de Séneca, se encuentra la Taberna Séneca, de la Sociedad de Plateros. En este lugar, reconstruido, se reunía la peña Los Legítimos, formada por Julio Romero de Torres y otros intelectuales de la época, como Azorín, Ramón del Valle-Inclán, Ortega y Gasset o Pío Baroja, pero hoy entre sus muros no queda nada del paso de aquellos intelectuales porque el salón que ocupaban desapareció para ampliar la calle trasera.

La otra joya del barrio es el antiguo palacio renacentista de los Páez de Castillejo, construido en el siglo XV sobre los cimientos del teatro romano de la ciudad y donde hoy se encuentra el Museo Arqueológico de Córdoba.