LUGAR DE NACIMIENTO: SEVILLA

AÑO: 1952

FORMACIÓN: LICENCIADA EN HISTORIA DEL ARTE

TRAYECTORIA: ENTRE OTRAS OCUPACIONES, HA TRABAJADO EN DISTINTOS MUSEOS DE SEVILLA Y EN LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA

Fuensanta García de la Torre deja la dirección del Museo de Bellas Artes el próximo 28 de diciembre. Su extenso currículo (cursos, doctorado, becas en Italia, distintas responsabilidades en proyectos de la Junta...) solo confirma la pasión que expresan sus palabras por el mundo del museo, al que ha dedicado dos tercios de su vida. Una profesora despertó en ella el interés por la historia, que se focalizaría en el arte. Más tarde, cuando estaba opositando, una exposición de la Biblioteca Nacional sobre el dibujo español la hizo inclinarse por esta especialidad, un tema que también hace cambiar su mirada. En su despacho, la bata blanca descansa sobre su silla. Los libros se entremezclan con imágenes, carteles y dibujos que cuelgan de las paredes, y en la mesa sobresalen dos muñecos, realizados por niños en un taller del Hospital Reina Sofía.

--¿Después de 32 años, cómo vive sus últimos días al frente del Museo de Bellas Artes?

-- Tengo la sensación de que estoy viendo una película. Me imagino que dentro de nada la claqueta va a sonar y voy a ser la actriz principal, no porque quiera ese protagonismo, sino porque por ley de vida, afortunadamente, me llega. Me llega en un momento personal bueno, un momento profesional bueno y económico malísimo para todos. Esa película creo que al final, gracias a los actores que me han acompañado, a lo mejor es candidata a un Goya.

-- Y eligió el 28 de diciembre para su prejubilación.

--Me pusieron en la documentación el 26 y le dije a la persona que la estaba haciendo ¿la podemos cambiar?, porque me hacía ilusión que fuera el día de los Santos inocentes.

--¿Tiene algún nuevo proyecto a la vista?

--Tengo un par de cosas para unos catálogos de unas exposiciones y seguiré con la investigación, fundamentalmente de la familia Romero de Torres y del dibujo español. Espero que también como docente, en cosas vinculadas con la conservación preventiva de bienes culturales.

--Se marcha sin haber visto comenzado el nuevo edificio del museo, ¿le gustaría poder estar ahí cuando el proyecto esté finalizado?

--Sin lugar a dudas, me gustaría ver ese proyecto hecho. Las primeras menciones las hacíamos en unos informes remitidos al Ministerio y a la Consejería en el año 95--96, eran unos avances de que allí había un solar, que podría ser importante que se pudiera hacer allí el museo... Es un proyecto que desde la perspectiva de la museología puede ser novedoso y que espero que se haga realidad lo antes posible.

--¿Qué Bellas Artes encontró a su llegada a Córdoba?

--El museo al que llegué el 18 de marzo de 1981 tiene muy poquito que ver con el museo que voy a dejar el 28 de diciembre del 2012. No tenía ni luz eléctrica ni agua, cambiaba el horario prácticamente cada 15 o 20 días, en función de la luz solar, no se le había hecho nada creo que en los ultimos 40 o 50 años. Las condiciones del edificio eran tales, que en diciembre se cierra al público. Se hace, por parte del Ministerio de Cultura, una obra que dura cinco años (ya en los momentos finales con la gestión de la Junta, porque la transferencia se produce en 1984) y cuando se reabre al público el 22 de diciembre de 1986, era otro. Tenía luz eléctrica, sistemas de seguridad, un aseo con agua corriente, un almacén, un taller de restauración.

--¿Y hacia dónde se dirige ahora este centro?

--Las inversiones tanto de la Administración titular como de la Administración gestora han sido muy importantes, siempre faltan cosas, pero creo que el trabajo de la gente que ha ido pasando por la casa y los responsables técnicos y políticos... Me he sentido, casi en el 100% de las ocasiones, apoyada para ir sacando adelante el proyecto de este museo tal y como está hoy, con todas sus cosas buenas y sus cosas malas, encauzado hacia un futuro muchísimo mejor, que será ese edificio junto a la Calahorra, mirando a la Mezquita.

--A lo largo de estos años al frente de la entidad, ¿cuáles son las tareas que más le han satisfecho?

--Por un lado, lo que hemos podido encauzar en relación con la conservación y la restauración de las colecciones, lo que hemos investigado y publicado. Algunas exposiciones que hemos hecho, vinculadas con otras instituciones y también con las colecciones del museo. Obras del museo han estado prácticamente en todas las comunidades autónomas. Hemos estado presentes también en exposiciones fuera de España, en Italia, Francia, Alemania, Méjico y Rusia.

--En el ámbito de la divulgación, los talleres infantiles a finales de los 80 también fueron novedosos.

--No era muy frecuente en esa época, pero a mí me había fascinado desde siempre. Fue una actividad que siempre estaba presente y ya cuando tuvimos un asesor técnico de difusión, empezamos a hacerlos para familias y colegios. Durante varios años hemos hecho unos talleres que me resultaban muy emotivos, con los niños hospitalizados en el Reina Sofía. Veías cómo en algún momento, en unas circunstancias muy duras y muy injustas, esbozaban una sonrisa y a mi esa sonrisa me hacía llorar. Actividades para adultos también hemos hecho, la que más continuidad ha tenido ha sido La obra del mes .

--¿Hay alguna obra que sea la niña de sus ojos?

--La verdad es que es muy difícil. Como conjunto me quedo con los dibujos, porque me parece que es excepcional. El museo se crea en 1844 y la colección de dibujos empieza a formarse en 1877.

--¿Y dentro de estos dibujos, se llevaría alguno a casa?

--Me llevaría quizá un marco grande que contuviera unos cuantos. Y tendría que pararme mucho a elegir, porque casi todos tienen detrás una historia personal. Para investigar esta colección me he tenido que recorrer muchos museos españoles, muchas bibliotecas, fundamentalmente en Córdoba, Sevilla, Madrid, Barcelona y Valencia. Pero también tengo dos o tres ciudades importantes, aparte de estas españolas, que son Florencia, Londres, París, Nueva York y Nápoles. Yo voy por el mundo buscando los dibujos de Antonio del Castillo y de Antonio García Reinoso, y me he encontrado muchos y muchas sorpresas.

--¿Cuál ha sido la clave para mantener la responsabilidad al frente del museo a pesar de todos los cambios?

--No lo sé, a lo mejor que soy muy pesada. Un poco así como la gotita que va cayendo, todos los días pido las mismas cosas.

--¿Se ha sentido querida por Córdoba?

--Ha habido de todo. Me he sentido querida por mis amigos y mis amigas, por muchos colegas, y también me han llegado a decir que era una plaza que tenía que haber ocupado alguien de Córdoba. Mi contestación siempre era: "El número uno de la oposición lo saqué yo".

--Y esto le permitió elegir...

--Eran dos ciudades maravillosas, Córdoba y Toledo, pero yo iba sacando la mejor nota en todos los ejercicios y tenía claro que Córdoba tenía que ser para mí. Yo elegí Córdoba, no sé si Córdoba me ha elegido a mí.

--¿Por qué Córdoba?

--Había venido varias veces antes de sacar la oposición. De pequeña, como estudiante en la Universidad... Entré en este museo cuando hacía cuarto de carrera. Tengo un recuerdo de un sitio oscuro, sucio, no se veían las obras. Y tengo una imagen mía sentada en el zaguán, pero mirando hacia dentro del patio. Tengo esa imagen fija y no se me ha borrado, no sé si había alguna célula en mi mente que pensaba que ese patio lo iba a ver muchos años más.

--¿Puede comentar alguno de sus momentos difíciles?

--(Sonríe) Me lo voy a quedar para mí.

--Su dirección entroncó con las realizadas por distintos miembros de la familia Romero de Torres, ¿qué huella le ha dejado ser un poco parte de esta historia de la ciudad?

--Cuando llegué al museo, todavía vivían en la casa aneja los tres hijos de Julio. Rafael, Amalia y María. Eran tres personajes absolutamente singulares. Me he sentido en algún momento parte de esa familia, porque también conocí a Carola, la hija de Eduardo, el hijo mayor de Romero Barros, y me decía "pero si sabes muchas más cosas que yo (...), bueno pues vamos a pensar que tu también eres de la familia, porque eres García de la Torre". Ha sido una fortuna poder conocerlos.

--Antes de marcharse, deja el plan museológico para la restauración de la casa de los Romero de Torres, ¿qué es lo más importante de ese proyecto?

--Que Córdoba conozca y rinda un merecido homenaje a la familia Romero de Torres. La ciudad no ha sido receptiva para ver lo que ha significado.

--Por último, ¿cómo se encuentra la cultura en Córdoba?

--Ahora mismo veo un momento de parón. Pero tampoco termino muy bien de comprenderlo, porque no solo hace falta dinero para hacer cultura. La cultura se transmite en nuestras actitudes, no solo es el arte, en el mediterráneo es también la gastronomía... Precisamente, en un momento en el que hay más problemas, hay que facilitar que la cultura sirva de aliciente para esos malos momentos.