Durante tres días consecutivos, Córdoba ha podido lucirse tal y como era hace siglos, más concretamente como en la Edad Media. Hasta la Calahorra se había engalanado para disfrutar de esos tres días festivos, luciendo banderolas y colorido por todo lo alto. El Puente Romano se ha convertido, durante este fin de semana, en una máquina del tiempo, en la que, al cruzarla, pasábamos del siglo XXI al Medievo en cuestión de segundos. Era raro que, nada más entrar en el Mercado Medieval, ninguno de los visitantes se contagiara del ambiente instalado en la Calahorra y Miraflores. Un ambiente festivo que ayer puso punto y final a este festival medieval por todo lo alto.

Los espectáculos no pararon de repetirse de manera ininterrumpida desde las 12 de la mañana hasta el Conxuro de Queimada de las 11 de la noche. El día fue intenso. Demostraciones y talleres para los más pequeños, espectáculos y puestos de restauración para los adultos, y música árabe, medieval y pasacalles para todos. Las aves rapaces, que tenían afincados sus nidos en la zona de Miraflores desde el viernes, tuvieron su protagonismo con la exhibición del vuelo de estas a lo largo de la tarde. Los caballeros quisieron mostrar que, fuera de las películas, todos los que allí se encontraban también podían aprender cómo se vestía un caballero de la corte o incluso el mismo rey, además de un torneo a pie o una exhibición de técnicas de combate con armas de la época, en la que a más de uno le hubiese gustado empuñar una de las espadas expuestas en el recinto.

A pesar de que todo comenzó pasado por agua, la despedida no pudo ser mejor. Luces, malabares y acrobacias que hacían que todo el mundo mirase al cielo, pero no para buscar nubes, porque ayer el tiempo también acompañó, si no para disfrutar de un espectáculo que, tras el último pase, se despedía hasta el próximo año. Hora de enfundar las espadas, guardar el casco de caballero y volver al siglo XXI para, así, empezar la cuenta atrás hasta el próximo Mercado Medieval.