Cada curso escolar se incorporan a las aulas cordobesas niños y jóvenes que necesitan una atención especializada por la discapacidad o problema de salud que presentan. En el caso de la discapacidad visual, 159 alumnos con ceguera y discapacidad visual grave son los que están matriculados este curso en Córdoba en los distintos niveles educativos. 17 de estos alumnos han comenzado la educación Infantil; 17 están escolarizados en Primaria; 20 en ESO; 7 en Bachillerato; 12 en Formación Profesional; 19 en la Universidad y 67 están inscritos en otro tipo de enseñanzas.

La profesora de la ONCE María Antonia Bravo presta apoyo a chicos con discapacidad visual que estudian Infantil, Primaria o Secundaria en Córdoba. «Nuestro objetivo no es convertirnos en un segundo profesor en el aula, sino contribuir a que estos alumnos estudien en igualdad de condiciones que el resto de compañeros de clase. Es importante también que alcancen la máxima autonomía posible en el aula, recreo o comedor. La educación no solo consiste en aprender contenidos. Debemos trabajar de forma integral todas las habilidades que capaciten a estos chicos para que puedan desenvolverse de forma independiente», indica. «En un primer momento asesoramos a la comunidad educativa de cada centro para facilitar la inclusión del niño invidente que se va a escolarizar. Así conocen cómo dirigirse a él, cuáles son los materiales y recursos especiales que va a usar o qué barreras arquitectónicas deben ser eliminadas en el recinto escolar», explica. Los alumnos cuentan con el apoyo en el centro educativo de los profesores del equipo de la ONCE y de otros profesionales del mismo, con la adaptación de materiales y libros que la Organización Nacional de Ciegos les hace en Braille (sistema de lectura táctil), las ayudas específicas para baja visión, la preparación de los recorridos que los estudiantes deben hacer en sus centros o el entrenamiento en dispositivos informáticos adaptados. María Antonia lleva como maestra de la ONCE desde 1985. «Cuando comencé a trabajar, solo existía un colegio específico para ciegos en Sevilla. Allí iban a estudiar los niños ciegos de toda Andalucía, no estaban integrados en centros con niños sin discapacidad visual. Ahora cualquier alumno ciego o con discapacidad visual estudia en el colegio o instituto que corresponda», precisa. De media, María Antonia presta apoyo a entre 8 y 9 alumnos de distintos niveles cada curso. «Mantengo una relación muy especial con los niños, con sus familias y sus profesores. Aprendo cada día de ellos, de su capacidad de superación y optimismo. Personalmente me ha enriquecido mucho este trabajo», resalta esta profesora de la ONCE.