Se trata de pactar una de las mayores reordenaciones del tráfico en el segundo Casco Histórico en extensión de Europa, sobre 320 hectáreas de barrios cuyos viarios datan de la Edad Media. Este es el reto que ayer ya abordaba el Consejo del Movimiento Ciudadano (CMC), el consejo de distrito Centro y la federación vecinal Al-Zahara, después de que el viernes el Ayuntamiento les presentara una propuesta de reordenación del tráfico para todo el Casco Histórico para que, tras la obra de Capitulares, esta calle y María Cristina pasen a ser totalmente peatonales.

Sin embargo, como decía ayer el presidente del CMC, Juan Andrés de Gracia, «se trata de un puzle de muchísimas piezas. No se puede tocar una sin que afecte al otro extremo del Casco Histórico». De hecho, el plan propuesto por el Ayuntamiento contempla sustanciales cambios (como el cambio de sentido en Valladares para dar salida a los vecinos de una amplia zona del Sur y Oeste del Casco Histórico, o que unos metros de Cruz Conde vuelvan a tener tráfico) y tendría más de un fleco que, pese a parecer en principio poco más que anecdótico, no deja de inquietar, como el que los autobuses provenientes desde la calle Alfaros tengan que subirse en las aceras para hacer el giro hacia Alfonso XIII.

En todo caso, el complejo plan de cambios viales ya ha comenzado a ser estudiado por los representantes de los colectivos ciudadanos (que en principio abogaban por que Capitulares no se peatonalizara del todo, para dar una salida a los vecinos del Sur del Casco Histórico), que prevén tener una respuesta antes de que terminen del todo las obras en Capitulares, es decir, entre dos y tres semanas, informaba ayer De Gracia.

Respecto al espíritu con el que se estudiará la propuesta, el presidente del CMC, de entrada, no confesaba ayer sentirse «satisfecho» por el plan que el concejal Andrés Pino presentó el viernes, aunque reconoce que «se ha hecho un planteamiento que piensa más en los vecinos, porque la primera propuesta --la que se barajó en enero-- no era ni mucho menos la más correcta». Capítulo aparte, De Gracia recordó las tres premisas que respalda el CMC para la movilidad en el Casco Histórico: «que los residentes del Cascto tengan unas condiciones al menos racionales para entrar y salir de sus casas, que se garantice el transporte público, más aún en una zona donde hay un sector muy envejecido de la población, y que el terreno que se gane con la peatonalización no se destine en la práctica a ser una plataforma para veladores».

Más aún, De Gracia recuerda que se trata de un complejísimo proyecto, que implicaría (como reclama el CMC) que se cambien los grandes autobuses de Aucorsa por microbuses en los estrechos ejes del Casco Histórico (San Pablo, Alfaros, etcétera), por no hablar del impacto sobre los colegios, la actividad de carga y descarga, etcétera.