Agosto es el sol abrasando las aceras, los termómetros marcando 40 grados, los escaparates publicitando las últimas ofertas de las rebajas y los cordobeses que aún quedan, o que ya han vuelto de sus vacaciones, en busca de las últimas gangas del verano. Algunos negocios ya anuncian hasta un 70% de descuento, a la espera de los que aún tienen algo pendiente por comprar o que, simplemente, aguardan con impaciencia la recta final para ver qué maravilla pueden encontrar entre la ropa amontonada bajo los llamativos carteles de segundas rebajas.

Si bien es cierto que las mid season sales --como se conocen a las rebajas de mitad de temporada-- han debilitado la ilusión por las fechas tradicionales, aún hay quien ve en la segunda quincena del mes una oportunidad para hacer compras a precios muy por debajo de los habituales y que, incluso, aprovechan para anticiparse al otoño con los artículos sueltos que van quedando. Lo que a algunos les provoca repelús «solo de verlo», a otros les facilita el inicio del curso y la entrada al frío. Ser previsor y planificar bien el consumo puede hacer que se ahorre bastante durante el resto del año.

Otra de las ventajas que suponen las rebajas de agosto es que «las ofertas online y la liberación de estas a lo largo del año han provocado que haya menos gente en las tiendas, sumado a que en Córdoba la gente se ha ido de vacaciones... Es perfecto porque puedes encontrar grandes chollos sin agobiarte y buscar en las tiendas tranquilamente. Se encuentran muchas cosas», como expresa Rosa, que aprovechaba la primera hora de la mañana para sus compras.

El calor, sin duda, invita a resguardarse de él en grandes superficies y centros comerciales, que son los que menos sufren las constantes bajadas en el consumo. «De momento, podemos hacer una valoración positiva de las rebajas, aunque todavía nos quedan 15 días. Ahora, también, hay mucha gente que vuelve de vacaciones y acuden a las rebajas, no solo porque estén esperando a la recta final», comenta Daniel García Ibarrola, director de comunicación de El Corte Inglés de Córdoba.

Sin embargo, es conveniente recordar que son el pequeño comercio y el comercio tradicional los que más padecen las consecuencias negativas de la meteorología, el desempleo, el desarrollo del e-commerce, y la brutal competencia de los gigantes del sector. «¿Cómo va a haber consumo? Muchas veces se oye decir que la calle Cruz Conde está llena de gente pero realmente esa gente no compra —o no como antes—. El problema de esta ciudad es que no hay trabajo y el poco que hay no es un trabajo que permita que el consumo crezca», denuncia Manuel Blasco, presidente de Centro Córdoba.