Si no es posible combatir el mejillón cebra, habrá que tomar medidas para convivir con esta especie invasora». Las palabras son del secretario general de la Federación de Comunidades de Regantes del Guadalquivir (Feragua), Pedro Parias, que advierte de que todos los riegos del Genil-Cabra tienen ya presencia del mejillón cebra, es decir, alrededor de unas 23.000 hectáreas. Además, en los embalses de Iznájar, La Breña, Cordobilla y Malpasillo hay presencia de esta especie invasora, a la que hay que unir otras que se están expandiendo por la cuenca del Guadalquivir como briozoo, caracol manzana y almeja asiática. «Iznájar y La Breña están plagados de mejillón cebra, que se está extendiendo a través de las larvas en ríos y sistemas de riego», puntualiza. Parias recuerda que durante la última campaña han limpiado las tuberías con recursos de los propios agricultores. «Los daños son importantes. Se produce una reducción de la capacidad de transporte de agua, aumenta el coste de energía y se generan problemas en las estaciones de filtrado», advierte.

Por ello, el representante de los regantes exigió más medidas de control de las especies invasoras y remarcó la importancia de que la Junta de Andalucía y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir colaboren para reducir sus daños. «Pedimos que sean conscientes del gravísimo problema que hay y la importante inversión que se hizo en modernización de los regadíos», añadió. Incluso, si no hay actuaciones suficientes, exigirán que los daños se compensen con una reducción del canon de riego. «Los regantes no nos podemos comer el marrón. La Junta es la responsable del control de especies invasoras. Tendrán que compensarnos», puntualizó.

Precisamente, en unas recientes jornadas sobre especies invasoras, el presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), Antonio Ramón Guinea, destacó el «efecto dañino» de estas especies en la biodiversidad de la fauna y flora autóctona, así como en las infraestructuras hidráulicas de los sistemas de regadío y abastecimiento. Por ello, aseguró que “la presencia de especies exóticas supone una amenaza económica y ambiental de sobrecostes energéticos, de mano de obra, de tratamientos y de consumo de agua».