A sus 24 años, Iván ha sufrido tanto que solo sueña con "seguir bien, para mí ya es mucho", asegura sincero. Sabe bien que no hay nada como gozar de una buena salud para alcanzar la felicidad y aunque su enfermedad es crónica y tendrá que tomar un tratamiento de por vida, por primera vez en mucho tiempo es capaz de respirar sin ayuda de una máquina. Inspirar y expirar. La vida. Algo tan simple y tan extraordinario a la vez.