El barrio de San Andrés-San Pablo es uno de los más emblemáticos y conocidos de la Axerquía, la zona oriental de la antigua ciudad que junto con la Villa conforma el conjunto histórico de Córdoba, uno de los más grandes de Europa. Se trata de uno de los barrios con más historia de la ciudad, el lugar que eligieron los romanos para levantar los grandes monumentos que enorgullecían a la capital de la Bética, y su forma de mostrar a los foráneos su poderío cuando entraban por la Vía Augusta.

En época musulmana, de donde proviene el nombre de Axerquía, se convirtió en uno de los arrabales de Córdoba, una zona residencial situada fuera de la Medina, como evidencian los restos arqueológicos encontrados a lo largo de los años.

La conquista de la ciudad por parte de Fernando III supuso la transformación de la Axerquía, y con ella la de San Andrés, donde el monarca mandó construir una de las catorce iglesias fernandinas de Córdoba, en el mismo lugar en el que, según cuentan algunas fuentes, pudo encontrarse la basílica de San Zoilo, el mártir cristiano de época romana, aunque no quedan vestigios de aquella época.

Lo cierto es que San Andrés comenzó a levantarse en el siglo XIII, aunque su fisonomía actual es fruto de las distintas transformaciones que ha experimentado a lo largo de su historia. Aunque conserva la parte baja de su torre tal cual estaba en el siglo XVI, su portada es del siglo XVIII y su retablo de época barroca.

Este barrio tiene otro templo emblemático: la iglesia de San Pablo, que también comenzó a construirse en el siglo XIII, aunque su actual aspecto se lo debe a las reformas del siglo XVIII, como las columnas salomónicas de la portada.

Este templo, que se abre a Capitulares y al Ayuntamiento, zona peatonalizada recientemente, tiene uno de los carrillones más importantes de España, recuperado, con sus 32 campanillas, hace unos años.

Casas señoriales

Junto a estas iglesias, el barrio cuenta con edificios señoriales que dan fe de la importancia que tuvo en otras épocas.

A ambos lados de la calle San Pablo se encuentra el Palacio de los Villalones o de Orive, hoy sede de la Delegación de Cultura del Ayuntamiento, ejemplo de arquitectura civil cordobesa del Renacimiento realizada por Hernán Ruiz II en el siglo XVI.

Tras este edificio, en el que aún resuena la leyenda de Doña Blanca, desaparecida bajo el zaguán de la casa, están los jardines de Orive, recuperados para la ciudad hace una década y hoy convertida en uno de los pocos espacios verdes con los que cuenta el casco histórico.

Y allí, entre árboles, se levanta la Sala Orive, que formó parte del antiguo convento de San Pablo y que tras quedar en ruinas se transformó en un espacio cultural, una intervención del arquitecto Francisco Gómez Díaz que le valió el premio Félix Hernández en 2012.

En la Plaza de San Andrés se levanta otra de las casas señoriales del barrio, el Palacio de los Lunas, del siglo XVI, con su particulares balcones en ángulo que miran a la iglesia.

Un barrio de cine

En San Andrés se encuentran dos de los cuatro tradicionales cines de verano que quedan en Córdoba: el Fuenseca y el Coliseo San Andrés. Precisamente éste último fue el primero que se inauguró en la ciudad, el 19 de junio de 1935.

El Diario de Córdoba, en su edición del 20 de junio de aquel año, señalaba que el cine había sido decorado «con un verdadero derroche de gusto». Como ejemplos citaba su «nuevo salón, con un magnífico ambigú montado a la moderna», su «magnífico lavabo de señoras y otro servicio muy esmerado e higiénico para caballeros, y por último «las acomodadoras, a cargo de bellas señoritas elegantemente uniformadas». Comenzaba así, en San Andrés, el idilio de Córdoba con sus cines de verano, una noche en la que la ciudad entera lloró viendo Sor Angélica, el éxito del momento.