La identidad urbana de las ciudades más reconocidas por su riqueza patrimonial corre el riesgo de caer en manos de intereses económicos y turísticos como consecuencia de la especulación que la burbuja inmobiliaria ha dejado en legado tras la crisis económica. Por eso, plantarle cara a la gentrificación de lugares que aún no han caído en sus garras se ha convertido en uno de los objetivos primordiales de proyectos como PAX-Patios de la Axerquía, que recientemente ha recibido la calificación de buena práctica por parte de la Oficina de Economía Social de Madrid. También ha sido reconocido por el Consejo de Europa, que no solo se fijó en su valor patrimonial, sino también social, en lo que significaría para la cultura cordobesa y sus vecinos este modelo de vida.

En la actualidad, esta transición poblacional se está viendo reflejada también en un alto nivel turístico. Gaia Redaelli, doctora arquitecta impulsora del proyecto, explica que «esto no es solo un problema de Córdoba, hablamos de una economía global que está interfiriendo en una cultura local», afirmando también que «la Axerquía todavía está a tiempo de salvar su uso residencial, porque está vacía, pero creemos que debe haber una alianza entre la administración pública y la ciudadanía para tener una fuerza común capaz de luchar contra fondos buitre que vienen desde fuera. El problema es que, cuando pierdes completamente la propiedad inmueble de una ciudad, ya no hay vuelta atrás».

El primer éxito

A día de hoy, el proyecto PAX ya ha conseguido comprar la primera vivienda, situada en la calle Montero, en la zona norte de la Axerquía. Las vendedoras así lo decidieron, pese a que tenían incluso otras ofertas de un empresario que quería transformarla en hotel. Gaia Redaeli cuenta que «los interesados de PAX en la vivienda eran unos jóvenes con hijos, que buscaban un estilo de vida como el que las vendedoras siempre han tenido, por eso les gustó la idea». Este tipo de iniciativa debe estar asociada a un «cambio de mentalidad», según Redaelli. «Si uno quiere un modelo de vida donde todo el día vas con el coche para un lado y otro, eso difícilmente es compatible con una casa de vecinos. Habría que cambiar la manera de pensar, de vivir la ciudad, y ganar empatía. El concepto de propiedad colectiva también está muy perdido en España, donde hay una cultura de propiedad de vivienda muy acentuada», explica.

La «lacra» del turismo

«No se pueden poner puertas al campo. No se trata de estar en contra del turismo, pero tampoco hay que dejarlo al libre mercado», afirma Radaelli, para quien lo que nunca debe ocurrir es «tener un casco histórico vacío de identidad».