Europa celebró ayer su cumpleaños, su 68 cumpleaños. Una efemérides que la Universidad de Córdoba celebra estos días con una semana entera de actos organizados por el Centro de Documentación Europea y que arrancó ayer con una conferencia a cargo de Luis Planas, exconsejero de Agricultura y Presidencia de Andalucía, entre otros cargos, por el PSOE y actual secretario general del Comité Económico y Social Europeo. Este cordobés «nacido en Valencia», como él mismo se definió, recaló en la ciudad para hablar de la Unión Europea después de la salida prevista del Reino Unido y lanzar un mensaje optimista ante un aforo repleto de alumnos de Derecho. «Hay vida después del brexit».

-La Cámara de los Lores ha vuelto a tumbar estos días el calendario previsto para el divorcio del Reino Unido y Europa. ¿En qué momento está el proceso?

-El día 30 de marzo del 2017, el Gobierno inglés activó el artículo 50 para pedir la salida de la Unión Europea. Ahora estamos en las negociaciones para intentar que la salida se dé en condiciones pactadas, pero automáticamente, a los dos años, el 29 de marzo del 2019, se producirá la salida del Reino Unido.

-¿Ya no hay marcha atrás?

-La única posibilidad sería la retirada de la petición de aplicación del artículo 50, pero lo más previsible es que se produzca el brexit sin duda, ya sea en un escenario pactado o en uno no pactado. Estamos preparados también para lo segundo.

-Los británicos han caído ahora en la cuenta de cuestiones que conllevan esa salida como la pérdida de la tarjeta sanitaria europea. ¿Qué perderán al irse?

-En este momento, se están negociando tres cuestiones básicas, los derechos de los europeos en Reino Unido y de los británicos en la UE, las condiciones financieras de la salida, porque el Reino Unido tiene que irse pagando las cuotas que debe y, por último, el acuerdo con Irlanda, ya que gracias a la UE no existe frontera entre ambos países y, al irse, habría que reproducir esta frontera salvo que haya acuerdo. Ese es un tema fundamental que aún no está resuelto en absoluto y que evidencia que quienes reciben el palo son los ciudadanos.

-¿Quién pierde más con el ‘brexit’, Reino Unido o Europa?

-Sin duda, Reino Unido. Se trata de un gran país, con un peso en el mundo importante, es un contribuyente neto de la Unión, una economía fuerte y una potencia militar, pero en este contexto de 27 países frente a 1..., pierde mucho más el Reino Unido y estoy seguro de que el tiempo lo dirá.

-Pese a esa pérdida, usted es muy optimista sobre el futuro de la Unión Europea.

-Mi tesis es que no solo hay vida después del brexit sino que en este momento, en la UE nos encontramos en un contexto positivo. Muchos de los aspectos más graves de la crisis se han superado, el euro ha superado una prueba de resistencia brutal y hay voluntad de los 27 de avanzar de forma más coordinada con iniciativas como la de Macron en Francia.

-También hay amenazas importantes dentro y fuera de la UE.

-Sí, no todo es positivo. Este es un momento extraño por cuestiones como la presidencia de EEUU, de Trump, que se ha salido del acuerdo de París sobre el cambio climático y del acuerdo para la vigilancia de la desnuclearización de Irán, lo que genera mucha incertidumbre y además hay a la vista una amenaza de posible guerra comercial por los aranceles de ciertos productos.

-¿El euroescepticismo sigue creciendo? ¿Cómo se ve desde Bruselas?

-En este momento, un tercio del Parlamento Europeo está compuesto por euroescépticos y posiciones radicales, pero habrá que ver cómo se conforma el nuevo parlamento tras las elecciones europeas del año próximo.

-La UE está preparando ya el primer presupuesto en el que no contará con la aportación de Reino Unido. ¿Por qué se plantea primar el gasto militar?

-No es así exactamente. Hasta ahora, el 35% era para agricultura, el 35% fondos de cohesión y el 30% otras políticas. La propuesta que hay sobre la mesa es que la agricultura baje al 30%, la cohesión también y destinar el 40% a nuevas políticas, lo que incluye Erasmus +, Educación, i+D+i. Lo que sí es cierto es que se crea por primera vez un fondo europeo de defensa, con una cantidad limitada y otras cuestiones para la defensa de fronteras o integración de inmigrantes.