Rafael López Pintor, hijo de una familia de labradores, nació en Fernán Núñez (26 de enero de 1942), localidad que nunca se le ha quedado pequeña y a la que regresa siempre que puede, a su casa en la Puerta de la Villa, muy próxima al entorno granate y de cal blanca del Palacio Ducal y de la plaza de Armas. Este catedrático de Sociología y profesor jubilado de la Universidad Autónoma de Madrid, ha trabajado para Naciones Unidas, Unión Europea, Organización para la Seguridad y Cooperación en Europea o Fundación Internacional de Sistemas Electorales. Ha sido referente mundial para el asesoramiento de administraciones electorales nacionales de todos los continentes. En España fue el segundo director general del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) entre 1979 y 1983 y miembro fundador y primer director de Demoscopia. Fue galardonado con el IFES Baxter Award por su servicio para la promoción de la democracia, premio que recibió en el Senado de los Estados Unidos. Por otro lado, un comité internacional presentó en el 2010 una candidatura para que concedieran a este cordobés el Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales, por su contribución al desarrollo de la ciencia aplicada y el fortalecimiento de la democracia, aunque no fue elegido.

--¿A qué se dedica usted en la actualidad?

--A pesar de estar jubilado, sigo muy de cerca el proceso político en los países del Magreb y Oriente Medio, dedicando especial tiempo a Egipto y Túnez como consultor de Naciones Unidas. Por otro lado, el invierno, por motivos de salud, lo trato de pasar en Colombia, país al que me unen relaciones familiares y de amistad y que es una nación maravillosa pese a la mala prensa que tiene en muchos lugares.

--¿Qué opinión le merece el cargado año electoral, con comicios como los pasados en Andalucía; los municipales, regionales, catalanes y generales?

--Es un pesado calendario. Ojalá que no agobie a los votantes y los índices de participación se mantengan ya que, como es sabido, suelen ser más altos en elecciones generales que autonómicas y municipales. Una de las pocas ventajas de un calendario electoral tan apretado es poder verificar el grado de consistencia de los apoyos a los distintos partidos en las diferentes elecciones. Esto puede ayudar a la reflexión y a la estrategia de las distintas fuerzas políticas.

--¿Cómo valora la irrupción de Podemos y Ciudadanos? ¿Hacen prever que el bipartidismo PP-PSOE, sobre todo al nivel nacional, ha acabado?

--El bipartidismo del que hablamos en España es sui generis . En realidad hay más de diez partidos representados en el Congreso de los Diputados y los pactos han existido desde que entró en vigor la Constitución de 1978. La irrupción de Podemos y otros partidos solo hará más compleja, y espero que sofisticada, la política de pactos a nivel nacional, autonómico y municipal. La democracia no debe confundirse con el Gobierno de la mayoría formada por un solo partido, aunque haya algo de eso en sistemas de representación mayoritaria como el Reino Unido o Estados Unidos. La democracia implica que quien gobierne esté apoyado por una mayoría que le permita gobernar con un mínimo de eficacia. Buena parte de la tradición parlamentaria europea son los gobiernos de coalición o de acuerdos con minorías.

--¿Los partidos nacionalistas perderán respaldo por la entrada de nuevos grupos políticos?

--Sufrirán más complicaciones para gobernar. Lo democrático es saber enfrentarse a la complejidad de la representación de forma libre, responsable y pacífica. Lo contrario de lo que hacen los gobiernos poco democráticos, de derecha o de izquierda.

--Antes de las elecciones andaluzas, a Podemos las encuestas lo situaban primero en intención de voto. ¿Con qué respaldo estima que contará este partido en los comicios generales?

--Para contestar me haría falta una bola de cristal que no poseo. Hace años que dejé los estudios de opinión en España, pero desde una perspectiva internacional comparada los cambios repentinos en una democracia enraizada en el tiempo suelen revertir con la misma rapidez con la que se produjeron, dado que con gran frecuencia obedecen a factores coyunturales más que de raíz. En los países del Este de Europa los partidos comunistas fueron barridos por las urnas en las primeras elecciones tras caer el Muro de Berlín, pero al poco volvieron a gobernar, aunque con otra denominación. Italia es otro ejemplo de suprema volatilidad electoral. En España siempre han llamado mi atención las continuidades familiares-históricas del voto. En las primeras elecciones generales (1977) el mapa electoral resultante era el mismo en esencia que el de las últimas elecciones de la República, 40 años antes. Las fuerzas políticas se reproducían a sí mismas, con igual o diferente nombre, pero representando los mismos intereses e ideologías. Es lógico preguntarse si en una sociedad de estas características cabe esperar un cambio radical repentino y con posibilidades de consolidación en las opciones políticas históricamente arraigadas en la estructura de clases y el mosaico territorial y cultural.

--¿Qué imagen ofrece España en el exterior por la corrupción?

--El retrato robot de España que tienen las personas con las que hablo por el mundo es que es un país de mucha historia, sin enemigos en el mundo, de gente amigable a la que gusta disfrutar de la vida, con creciente peso económico internacional y figuras señeras en el arte, los deportes o la gastronomía. Hablan de crisis en Europa y España, pero creen que se saldrá adelante por el temple y carácter emprendedor. Ha tomado por sorpresa el movimiento independentista en Cataluña precisamente porque prevalece una imagen de país cohesionado. Si el Real Madrid y el Barça son --y no exagero-- los símbolos mejor conocidos y tal vez apreciados de la España actual, ¿cómo explicar que las pueblos que los sostienen puedan imaginarse perteneciendo a naciones-estados distintos?

--¿Qué países siguen siendo dictaduras ajenas al control internacional?

--Creo que el ejemplo más doloroso es el de Corea del Norte.

--Distintas corrientes critican que España ha vuelto a una época política más convulsa que recuerda a la de la Transición. ¿Comparte esa visión?

--No. La situación actual es muy diferente a la de la Transición, aunque España atravesaba también entonces una crisis económica. Estamos hablando de casi una década de incertidumbre, con un golpe de Estado e intentos fallidos de nuevos golpes. España es uno de los países del mundo donde los derechos y las libertades están mejor garantizados. En buena medida esto es así porque los medios de comunicación y la sociedad civil ejercen mucha presión sobre la clase política, gobierno y oposición, lo que constituye una forma de control insustituible para el buen funcionamiento de una democracia. Aunque siempre se puede estar mejor. Cuando trato de imaginar en qué país me encontraría más seguro en un encuentro con la policía, en un juicio, o cómo me tratarían si fuera un inmigrante, me resulta difícil imaginar un país con mayores garantías legales y socialmente más solidario que España. Y eso lo digo a mis 73 años y tras conocer más de 50 países de todos los continentes.

--¿Qué opinión le merece la radicalización del yihadismo?

--Me parece insoportablemente inhumano. Está haciendo un daño inmerecido e irreparable por muchos años a los países islámicos y a todos nosotros. Aparte de todas las medidas que el sistema internacional pueda adoptar para atajar a largo plazo las raíces económicas, sociales y culturales del fenómeno, a corto y medio plazo hay que impedir su expansión por todos los medios.

--¿Desaparecerá algún día el Tercer Mundo?

--Lo veo improbable. La mayor parte de la humanidad vive en la pobreza porque las necesidades básicas no están siendo satisfechas por un sistema económico y político depredador tanto nacional como mundial. No es posible que ese inmenso mar humano mejore sustancialmente sus condiciones de vida sin que los países más ricos cambiemos nuestra forma de vida consumista y ociosa --alimentada por agentes depredadores de la alta finanzas y la alta política-- donde creemos tener cada vez más derechos con menores esfuerzos.

--¿Qué momentos históricos ha vivido en los últimos años?

--Son muchos. La preparación de las primeras elecciones generales en la primavera de 1977 o el fracaso del golpe de Tejero, que se produjo cuando era director del CIS. Fuera de España, hechos como el final del apartheid y la liberación de Nelson Mandela. He participado muy de cerca en los fenómenos de avance y regresión de la primavera árabe, sobre todo en Túnez, Egipto y Libia. Una lección importante de esta experiencia es la necesidad de desarrollar fuerzas políticas organizadas para la democracia (partidos políticos) y una cultura de negociación y compromiso entre las élites políticas tanto de gobierno como de oposición.

--¿Qué echa más de menos de Córdoba y de Fernán Núñez?

--Añoro a amigos y parientes que se fueron. Visito Córdoba con frecuencia y cada vez que puedo organizo un encuentro internacional en la ciudad. En junio pasado tuvimos un encuentro en Casa Arabe con autoridades electorales de ocho países árabes. Todos quedaron enamorados de nuestra capital y también de Fernán Núñez adonde les suelo llevar a cenar. La última vez se emocionaron hasta las lágrimas escuchando a la coral Calíope que les ofreció una serenata y al poeta local Fernando Serrano que declamó sus versos mientras un intérprete resumía el contenido en la poética lengua árabe. Y así se sintieron en la Córdoba de sus sueños. Fernán Núñez es el corazón de mi identidad personal. La pasada Semana Santa la he pasado allí con amigos de la ONU.

--Por su trabajo, ¿ha temido alguna vez por su vida?

--No quisiera parecer un mártir, porque esto son gajes del oficio, pero sufrí amenazas de muerte directas en El Salvador y en Irak, un atentado frustrado al avión en el que viajaba hacia Angola, un asalto a cuchillo en Mozambique, presenciado fuego cruzado, coches bombas... Por otro lado, me dio un infarto en pleno vuelo, pero me recuperé.