El empresario y exconcejal Rafael Gómez Sánchez dijo ayer que ha llegado a sentarse en el banquillo de los acusados «por envidia». Gómez hizo esta afirmación ante el tribunal de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, que escuchó los recursos a la sentencia que le condenó a cinco años y tres meses de cárcel y a pagar 113 millones de euros por dos delitos contra la Hacienda Pública. El empresario aseguró en su alegato final que «la envidia» por que lo veían triunfar y montar una empresa con 10.000 trabajadores fue lo que ha ocasionado todo su proceso y se ratificó en que nunca han querido defraudar, sino trabajar y defender a sus trabajadores.

Asimismo indicó que durante el tiempo que se le practicó la inspección no se apreciaron grandes problemas y que, en todo caso, deberían haber sido de carácter administrativo.

En la jornada de ayer, las argumentaciones de las distintas partes giraron en torno a las valoraciones realizadas sobre algunos de los bienes de las distintas propiedades del empresario y sobre los impuestos que se pagan sobre las mismas. La abogada del Estado defendió la valoración hecha por la agencia Tributaria, puesta en duda por el abogado de Gómez, quien consideró que había algunos aspectos contables que no se habían tenido en cuenta y que, en todo caso, deberían haber sido considerados como errores contables no imputables a los condenados, que a veces beneficiaban a la empresa y a veces no. Y volvió a incidir en que «en ningún caso hubo voluntad de ocultar ni defraudar» a Hacienda por parte de su representado.

El abogado de la defensa reclamó que se considere, para decidir la pena final, la dilación indebida del proceso, que ha tardado casi diez años en resolverse, por causas ajenas al enjuiciado. El fiscal matizó que una cosa es cuando se cometió el delito , en 2007, y otra cuando se inició el proceso, que por otro lado era bastante complejo.

La decisión del tribunal se conocerá en torno al 17 de Julio.