--Ha venido a su ciudad, entre otras cuestiones, para participar en el encuentro anual del Colegio de Economistas de Córdoba, donde se planteó si estamos saliendo de la crisis. Es la pregunta que nos hacemos todos, economistas y no economistas.

--Siempre se ha pasado a lo largo de la Historia por momentos de inestabilidad. En el 59, en los años setenta (que se saldó con los pactos de la Moncloa), con la entrada en el mercado común o la crisis actual. Y los economistas tienen que realizar al respecto tareas importantes: tienen que analizar la crisis, tienen que encontrar las causas principales y sobre todo después (y así se hizo, por ejemplo, en el caso de los Pactos de la Moncloa) tienen que convencer a los políticos de cuáles son los costes más eficientes que contribuyen a mejorar tanto el sector público como el sector privado. En ese sentido creo que conocer un poco la Historia es importante.

--¿Y qué nos dice la Historia?

--Que la crisis actual no es diferente. Hemos aprendido ya que la economía no tiene un crecimiento lineal a lo largo de los años, sino que tiene unos ciclos, con altos y bajos, con recuperaciones y recesiones. De hecho, de todas las crisis se ha salido, lo que interesa saber es cómo salir de la mejor manera posible.

--Pero insisto, ¿cuándo?

--¿Cuando? Hay que ir a las causas para contestar, aunque las causas de esta crisis son bien conocidas: empiezan en el sector financiero internacional e impactan en cada país de forma diferente. En España, por ejemplo, había un valor que se creía seguro: la vivienda. Se decía que nunca iba a fallar y además se daba unas grandes facilidades para ese valor que parecía tan seguro. En el siglo XVII pasó lo mismo con los tulipanes y en los años veinte del siglo pasado fueron las acciones de las compañías. Así, se crea una burbuja con la colaboración directa o indirecta del propio sistema financiero. Y aquí, con la vivienda, se le daba crédito a todo el mundo. Los que somos más mayores nos acordamos de aquellos plazos cortos, de cuando no nos daban el 100% de lo que pedíamos y no se podía pedir créditos a más de diez años. Y luego el sistema financiero se desmelenó , por decirlo de alguna forma. Entrabas en un banco a pedir la hora y salías con dos tarjetas de crédito, un crédito hipotecario y cómo se han colocado las letras del Tesoro los últimos meses, con una rebaja tremenda de los tipos de interés, o la prima de riesgo, que ha bajado a niveles de hace años. Si nos podemos financiar, podemos continuar produciendo; si podemos producir, podemos hacer lo más importante de una economía: crear empleo. Las cifras ahora empiezan a ser esperanzadoras. ¿Significa que están todos los problemas resueltos? Pues no. Es más, si ahora no tenemos la determinación de continuar con más acuerdos, si no remamos para el mismo sitio...

--¿Y qué es lo más importante que debe saber un ciudadano sobre la economía en estos momentos?

--Que si alguien está sobreendeudado tiene necesariamente que hacer dos cosas: recortar todos los gastos superfluos (no los esenciales, porque se pararía la economía) y encontrar quien le haga un préstamo. Pues exactamente pasa con un país. A mí me gustaba cuando al sistema financiero se le llamaba sistema de crédito , porque esa es su función, dar crédito, y tienen que creerse lo que son, tienen que dar créditos a las personas.

--Pues no veo yo que la cosa en los bancos vaya por ahí...

--Los economistas están estudiando qué pasa, por qué se ha roto el sistema crediticio. El crédito es el aceite que engrasa el mecanismo de la economía. Hay hasta una teoría que habla de cómo en la economía, como ocurre en un coche, se ha roto la transmisión que lleva la fuerza a las ruedas. Ahora se están tomando medidas, por ejemplo desde el Banco Central Europeo, para que la liquidez llegue a las familias.

--¿Quizá los bancos prefieren prestarle a las administraciones, que lo devolverán seguro, y por eso familias y empresas se quedan fuera del sistema de crédito?

--Eso ha pasado siempre. El Ecofín ha adoptado medidas para, primero, que los bancos que depositen su dinero en los bancos centrales obtengan menos intereses y no ganen así dinero sin moverlo . Después, se quiere que se dé credito a inversiones reales. También es fundamental que se elimine el riesgo país, es decir, que el sistema financiero, que mueve el dinero electrónicamente con una movilidad total , coloque el dinero geográficamente más caro en un sitio que en otro.

--Le agradezco la labor de pedagogía que está haciendo. Con la misma claridad, y para que lo entienda todo el mundo, éxpliqueme cuál es el trabajo de un consejero en el Banco de España.

--Llevo muy poco, me nombraron en octubre, pero el consejo de administración está para adoptar resoluciones. El Banco de España, sobre todo, se preocupa de supervisar. Allí se ven los expedientes, por ejemplo, de entidades financieras que pueden haber cometido alguna irregularidad. Basta citar el caso reciente de otro banco, el Banco Central Europeo, que le ha puesto 1.700 millones de euros de multa a unas entidades porque no han actuado con las normas y han alterado el euríbor. En segundo lugar, el Banco de España hace análisis y asesora al Gobierno con unos estudios muy completos (tiene un personal muy bueno) y, después, debe de velar por los fondos que tienen los ahorradores en los bancos. Para ello, el Banco de España tiene un servicio de reclamaciones muy importante, para que no se le tome el pelo a la gente. Basta muchas veces advertir que se va a ir al Banco de España para que el banco le diga al ahorrador: "se acabó el problema".

--Me decía un profesor de Economía en Periodismo que ésta es la ciencia que mejor explica lo que ocurrió en el pasado, pero también la que peor se las arregla para prever las cosas del futuro.

--(Ríe). Sí, mi director y maestro José Luis Sampedro decía que es mejor hacer previsiones a cincuenta años que sobre lo que va a pasar mañana, porque nadie se acordará ni le importará dentro de cincuenta años lo que predijiste.