Expertos pertenecientes a sociedades médicas y asociaciones de pacientes se muestran a favor de incorporar en la sanidad pública española y andaluza programas de detección precoz universales, con especial atención a la población que presenta mayor riesgo de padecer alguno de los distintos tipos de hepatitis que existen (enfermedades de las que ayer se celebró el día mundial), para tratar a estos afectados a tiempo y evitar nuevos contagios. «De este modo, se avanzaría hacia el propósito que la Organización Mundial de la Salud se ha marcado de tratar de erradicar concretamente la hepatitis C para el año 2030», apuntó José de Juan, facultativo que forma parte de los servicios médicos del centro penintenciario de Córdoba, y que acaba de participar en los cursos del Escorial que organiza la Universidad Complutense de Madrid.

De Juan expuso que hay un colectivo de personas más proclive a padecer la hepatitis C, que son aquellas que están recluidas en centros penitenciarios; que en las décadas de los 60, 70 e incluso 80 recibieron una transfusión de sangre que estaba contaminada, al no existir entonces los controles actuales que evitan ese contagio o personas que se han infectado al compartir jeringuillas por el consumo de drogas, que se han contagiado al sangrar por la nariz al compartir cocaína o que realizan prácticas sexuales de riesgo. También están los que han contraído el virus al hacerse un piercing o un tatuaje en un local donde no utilizan material de un solo uso. «La hepatitis C es una enfermedad infecciosa que hasta hace unos años tenía un mal tratamiento, por lo que en muchos casos derivaba en un hepatocarcinoma, en cirrosis o en la necesidad de un trasplante de hígado, siendo la hepatitis C la primera indicación de injerto hepático», expuso este médico.

LA SITUACIÓN / «En el 2015 aparecieron un conjunto de medicamentos muy eficaces para la curación de la hepatitis C, con los que ya se han tratado a unos 70.000 pacientes en España. Existe el objetivo del Gobierno central y de las comunidades autónomas de tratar a la totalidad de enfermos, con el propósito de que esta enfermedad pase a la historia. A la vez se sigue trabajando para evitar que surjan nuevos casos, sobre todo entre la población consumidora de drogas y controlando las transfusiones» indicó José de Juan. «El principal problema al que nos enfrentamos es que existen aún muchos pacientes que no saben que están infectados. De ahí que propongamos una detección precoz universal para evitar que la enfermedad evolucione gravemente y que el afectado necesite, por ejemplo, un trasplante», añadió De Juan.