El futuro del avión cultural, DC7, instalado en el Balcón del Guadalquivir desde 2011 y pasto recurrente del vandalismo, parece que empieza a despejarse. Después de años de retraso (el concurso para la adjudicación del restaurante que incluía la puesta en marcha del avión con fines culturales se hizo en 2012) y tras varios proyectos presentados por el adjudicatario (éste es el cuarto) y rechazados por el Ayuntamiento por no cumplir con los requisitos del pliego de condiciones, parece que por fin hay un proyecto que puede encajar. Una de las claves para que la Gerencia Municipal de Urbanismo pueda darle luz verde es que «no privatice el espacio público», algo que al parecer respeta la iniciativa.

En cualquier caso, el proyecto debe ser aprobado tanto por Gestión, que es el área municipal que realiza la concesión, como por Urbanismo (en lo relacionado con el cumplimiento del PGOU), por lo que nadie es capaz de determinar la fecha en que veremos, aunque sea metafóricamente hablando, despegar al DC7. En cualquier caso, los promotores podrían ir tramitando ya la concesión de la licencia y, al mismo tiempo, deberán actualizar administrativa y urbanísticamente lo ejecutado en el quiosco-bar, informan fuentes locales.

SALA POLIVALENTE // En concreto, el proyecto consistiría en la adecuación del avión y su entorno para convertirlo en una sala polivalente y una cafetería. El DC7 se convertiría en una sala para albergar usos complementarios al restaurante, como principal elemento dinamizador del parque, donde se ha convertido, sin duda, en un importante reclamo. La intención de los empresarios es destinar la sala interior del avión a usos culturales: desde exposiciones, a actuaciones, miniconciertos o teatro, apoyados por el uso complementario de un bar, que no podría ser la actividad principal, ni permanente y exclusiva, y que solo podría ocupar una parte del espacio.

Estas actividades se desarrollarían en una sala de reducidas dimensiones (unos 65 metros cuadrados), que se complementaría con una zona exterior de terraza-bar, que habría que concretar en cuanto a dimensiones y características, para que «el conjunto cumpla tanto las determinaciones urbanísticas del PGOU como las de la concesión municipal», indican las mismas fuentes municipales.

UNA LARGA HISTORIA // En diciembre del 2015 se agotó el plazo de tres años del que disponía la empresa para dar vida a la aeronave, por lo que, para tratar de llegar a una solución, se debió conceder una prórroga. La concesión del restaurante y el DC7 se hizo para un periodo de 10 años, a cambio de un canon anual de 12.000 euros. El retraso en la puesta en marcha de este proyecto ha dado pie a que el vandalismo se haya cebado con la aeronave. De hecho, tras ser ocupado en varias ocasiones, el Ayuntamiento decidió sellar las puertas de acceso para impedir que entrara gente a su interior.