La iluminación LED ofrece numerosas ventajas económicas y medioambientales y produce un ahorro energético del 75% en relación con las bombillas tradicionales. Por esta razón, su uso se ha implantado de forma masiva a lo largo de los últimos años. Sin embargo, a pesar de lo que pueda parecer, «no existe ninguna correlación entre el precio de este tipo de bombillas y la calidad de su energía eléctrica», según informa la Unidad de Cultura Científica de la Universidad de Córdoba (UCO) en una nota de prensa enviada a este periódico, tras evaluar más de una veintena de tipos de lámparas LED de baja potencia. En este estudio, realizado de forma conjunta por la profesora Aurora Gil de Castro y los investigadores suecos Sarah K. Ronnberg y Math H.J Bollen, se ha llevado a cabo una medición de lo que el mundo de la electrónica se conoce como «distorsión armónica», una especie de «deformaciones en la forma de onda de la corriente eléctrica que afecta a la tensión de alimentación, provocando un mal funcionamiento de los equipos y una reducción de su vida útil», según detalla la nota. Esta deformación, que afecta a las lámparas LED y a la mayoría de aparatos modernos, está considerada como uno de los aspectos fundamentales que definen la calidad de la energía eléctrica de los dispositivos.

Uno de los principales resultados de este análisis es, precisamente, «que no se ha encontrado ninguna analogía entre el precio de los dispositivos analizados y la cantidad de armónicos que emiten», por lo que, «aquellas lámparas que tengan un coste más elevado en el mercado podrían emitir más armónicos que las que son más baratas y ser, por tanto, más susceptibles a tener una vida útil más reducida».

Además de la emisión de armónicos, en el estudio se ha medido el parpadeo de las lámparas LED, es decir, la variación de su intensidad luminosa, percibida por el ojo humano de forma subjetiva y «que produce fatiga ocular, distracción y migrañas».