La caída de los precios del aceite de oliva se venía observando desde inicios de febrero, aunque ha sido con la llegada de las lluvias cuando se ha acentuado. Si la pasada campaña hubo una importante demanda de los mercados exteriores que mantuvo unos precios históricos, por la gran caída de la cosecha en los principales productores de la cuenca mediterránea, ahora no existe ese colchón al crecer las producciones externas. Cualquier oportunidad es aprovechada. Habrá que ver cuándo se detiene esa tendencia bajista con un sector productor tan atomizado y con necesidad de liquidez a corto plazo.