El código genético no es la única herencia que un niño puede recibir al nacer. La situación socioeconómica de su familia forma parte del legado de los menores, una herencia cada vez más pobre para un número creciente de niños. El último informe de la Asociación Pro Derechos Humanos en Córdoba destacaba que en torno a la mitad de los menores cordobeses están en riesgo de pobreza o exclusión, una cifra alarmante que explica el hecho de que el Ayuntamiento de Córdoba haya tenido que aumentar en los últimos cinco años hasta en un 136% (de 289 a 684) el número de ayudas económicas familiares, que son aquellas que se conceden para atender concretamente necesidades básicas de los más pequeños.

El área de Servicios Sociales municipales alerta además del aumento progresivo del número de familias que acuden en busca de ayuda porque no tienen ningún ingreso, un 36% más que hace 5 años, y cómo se han duplicado quienes confiesan necesitar alimentos al tiempo que se cuadruplican los parados de larga duración. El número de chicas muy jóvenes sin recursos que se quedan embarazadas también va en aumento, según las misma fuentes.

Los datos municipales concuerdan con los que figuran en el estudio La pobreza en España pueblo a pueblo realizado por la consultora AIS Group, que muestra cómo la pobreza se está cebando con los municipios del sur de España y en ese ránking Córdoba es la peor parada al arrojar la mayor tasa de población en riesgo de pobreza (37,2%) de toda Andalucía.

Los efectos de la pobreza en la infancia se dejan ver también en ámbitos como el educativo. ¿Quién se preocuparía de estudiar cuando ni siquiera tiene garantizadas las necesidades básicas? Quizás por eso, según el informe de APDH, 3 de cada 10 alumnos de Córdoba dejan las aulas antes de concluir sus estudios, una tasa siete puntos más alta que la media nacional, y que el absentismo intermitente es práctica habitual en zonas de transformación social.