Quemaban más de lo que tenían permitido y productos más peligrosos que los que tenían autorizados. El Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) determina que el riesgo de incendio y la situación real de la planta de reciclaje, que ardió entre los días 8 y 12 de octubre en la carretera de Guadalcázar provocando durante esos días una densa columna de humo, son circunstancias suficientes para exigir «unas instalaciones de protección contra incendios acordes con la escala del almacenamiento de residuos peligrosos, incluyendo una reserva de agua suficiente para el repostaje de los vehículos del SEIS».

El informe, encargado por el teniente alcalde de Seguridad, Emilio Aumente, apunta la ausencia de planes de autoprotección, que debería haberle exigido Urbanismo a la empresa en el trámite de obtención de la licencia de actividad, y de «las condiciones de seguridad necesarias» para la verdadera actividad que llevaba a cabo Recicor XXI, que no era la quema de residuos inertes no combustibles o de baja combustibilidad, sino el almacenaje de residuos combustibles.

El informe --que no apunta las causas del fuego, algo que se espera que esclarezca el Seprona-- asegura que las actuaciones que se llevaban a cabo en el vertedero no cumplían «con las limitaciones impuestas por la Autorización Ambiental Integrada» que le concedió la Junta de Andalucía en enero de 2009. De hecho, aquel permiso contemplaba que la planta se destinase a «la recepción de escombros y restos de obra, y a la separación y clasificación de materiales recibidos (áridos, restos de hormigón, metales, maderas, plásticos), para su posterior reutilización. Y que, como sobrante de ese reciclaje, se le permitía la producción de residuos peligrosos siempre en cantidades globales inferiores a las 10 toneladas anuales, si bien en un anexo de la autorización de la Junta se puntualizaba que se podrían generar plásticos, una tonelada de máximo anual, «siempre que se reciban mezclados con escombros y restos de obra».

Por todo, los bomberos, que especifican día a día su actuación y redundan en la falta de infraestructuras y de agua en la zona, lo que dificultó la extinción, explican que Recicor incumplía tanto en lo que concernía al origen de los plásticos almacenados, como a la superficie que estos ocupaban. De hecho, la superficie quemada superó los 25.000 metros cúbicos de balas de plástico.