Carmen Arroyo, de Cabra, tiene 90 años, cuatro hijos y un hogar, la residencia Vitalia del Guadalquivir. Allí convive con casi 100 abuelos de los que más de una veintena, entre ellos Antonia, una centenaria, se apuntaron ayer a celebrar una de las tardes más esperadas del año, la del Paseo de la Ilusión, que les regala Pidetaxi cuando llega la Navidad. Miguel Ruano, presidente de la entidad, conducía ayer el coche que llevó a Carmen, Santi, Manuela y Francisca a rememorar las Navidades en las que sus hijos eran pequeños. Ahora son los ojos de ellos los que brillan por el reflejo de las luces que iluminan la ciudad. Más de 80 taxistas pusieron corazón con su gesto a 301 mayores de 15 residencias y de la asociación San Rafael de Alzheimer, una cifra récord desde que la iniciativa se puso en marcha hace seis años. A bordo del taxi, los mayores abrieron el regalo de Supermercados Deza, que este año se ha sumado a la tarea de endulzar las fiestas de los mayores. «Hay deliciosas, turrón y mantecados», exclama Francisca encantada mientras en el coche suenan villancicos de Manolo Escobar, las sirenas de la policía abren camino y los flashes de los fotógrafos les hacen sentir por un día el centro de atención. En la calle, la gente se arremolina alrededor de los coches contagiada por la fiesta. «Son los mayores de las residencias, a los que los taxistas sacan hoy a pasear», explica una señora bien informada mientras dos coros detienen la marcha con sus villancicos. El paseo dura menos de lo que ellos quisieran y, aunque cansados, vuelven a casa con las pilas cargadas. «Hasta el año que viene si Dios quiere», se despide Carmen, «y feliz Navidad».