Los radioaficionados de Córdoba temen por su futuro. El presidente de la Unión de Radioaficionados de Córdoba, Pedro Luque, asegura que están sufriendo un «problema tan grave» que, de persistir, puede hacer «desaparecer a los radioaficionados que quedan en Córdoba», que «pendemos de un hilo». Y eso es algo que no está dispuesto a consentir, ya que considera vital «contar con una red de emergencias e infraestructuras como la que hay» en la ciudad. En Córdoba hay solo 500 radioaficionados, a los que se suman los usuarios de banda ciudadana, que no necesita licencia, que son 3.500.

El problema está en la aplicación práctica de la ordenanza municipal reguladora de las antenas e instalaciones de telecomunicación, tal y como explica Luque en un escrito que dirigió a la alcaldesa, Isabel Ambrosio, en mayo del año pasado para exponerle la situación. En el mismo, señala que esa norma, en vigor desde el 18 de abril del 2007, fue elaborada «ante la proliferación de antenas de telefonía móvil y la necesidad de su regulación», pero «se incluyeron otros servicios que ya estaban debidamente regulados», como los que prestan los radioaficionados desde los años sesenta, por la ley 19/1983 y por un real decreto de 1986. Estas normas indican que la autorización para instalar antenas de radioaficionado compete al Ministerio de Energía, que exige un proyecto técnico, la colocación por un instalador autorizado, y un seguro de responsabilidad civil por 150.000 euros.

La ordenanza vigente, según indica Luque, limita el tamaño y la altura de las antenas de radioaficionados, hecho que no comparte este colectivo, ya que dificulta su actividad. Luque recuerda que la Federación Española de Municipios (FEMP), asumiendo que la radioafición se rige por su propia norma, aprobó un modelo de ordenanza que excluye las antenas de este colectivo de las normativas que afectan al resto de instalaciones, que han asumido numerosos ayuntamientos, aunque no el cordobés. Por ello, la Unión de Radioaficionados reclama al Ayuntamiento que cambie la ordenanza y los saque de la misma, ya que «una antena de radioaficionado no es lo mismo que una de telefonía móvil» y solo está sirviendo «para marear e impedir que sigamos trabajando».

El presidente de los radioaficionados destaca la vertiente «altruista» de estos, su «colaboración con la sociedad» y con Córdoba «en la difusión de su cultura por el mundo entero y en el apoyo a actividades de protección civil a nivel local, nacional e internacional». Recuerda que desde 1962 los radioaficionados han apoyado al Ayuntamiento dando a conocer diferentes facetas de la ciudad «de forma gratuita» y con «medios particulares». Además, subraya que las estaciones son consideradas «servicio de utilidad pública», están supeditadas a Protección Civil y juegan un papel fundamental en situaciones de emergencia en las que se colapsan los sistemas de telefonía. De esa manera, han sido fundamentales en avisos de incendios, inundaciones y para colaborar a buscar desaparecidos. «El delito más grande que hemos cometido -afirma- es promocionar a la ciudad a nivel mundial cuando no había internet y con el beneplácito del Ayuntamiento». Por todo ello, se niegan a estar en peligro de extinción.