Fernando Ángel Romero lleva al frente de Desser, su negocio de ropa, desde 1989. Antes, ya había trabajado como empleado en Orga, otra tienda del mismo sector. Son muchos años al pie de cañón que lo convierten en un espectador de lujo para valorar cómo ha cambiado el comercio tradicional. «No tiene nada que ver cómo era entonces y la situación actual», indica Fernando. Para empezar, el perfil del cliente es muy diferente. «Ahora es más picaflor, y eso se debe en parte a la oferta tan grande que hay», señala este empresario, quien añade que el comercio on line «ha hecho mucho daño». Para Fernando, la fórmula para salir adelante está clara: «Pelear como gato panza arriba y trabajar, trabajar y trabajar». Según su experiencia, los momentos más delicados llegaron a partir de 2010, si bien su negocio ha sabido capear la crisis sin tener que cerrar ningún establecimiento -tiene dos tiendas de caballero en Manuel de Sandoval y una de señoras en Cruz Conde- y sin prescindir de ninguno de sus seis empleados. ¿Cómo lo ha logrado? «Especializándonos, con mucha formación y dando al cliente calidad y confianza», manifiesta Fernando, quien recuerda cómo el cordobés «era muy selectivo». «Aquí siempre se ha vestido muy bien, pero ahora la escala de valores ha cambiado y primero la gente se compra un móvil de alta gama, luego gasta en hostelería y, por último, compra algo de ropa, cuanto más barata mejor». Sea como sea, «nosotros no nos podemos quejar, porque estamos sobreviviendo».