Desde hace siglos están ahí pero nunca se les ha sacado el partido que pueden dar. La limpieza del río que ha llevado a cabo la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir entre el puente de la autovía y el Romano, y la iniciada por la Junta en los Sotos de la Albolafia, han abierto nuevas perspectivas para este patrimonio histórico sumergido en plena naturaleza. El molino de Martos, restaurado a principios de la pasada década y abierto como museo hidráulico, se ha visto por fin despojado de la vegetación que lo ocultaba y pronto, cuando se estrene la nueva ruta, volverá a abrir sus puertas, cerradas por las continuas riadas. Incluso ha recuperado su embarcadero y el agua vuelve a fluir por sus entrañas desde el arroyo Pedroche. "Ahora se ve como corre el agua, se escucha el rumor dentro y se ve bajo los pies", indica Rafael Jaén. El Ayuntamiento aprovechó la actuación de la CHG para limpiar su interior, al igual que ha hecho en el molino de San Antonio, restaurado en el 2007 por Procórdoba. Este molino estuvo muy poco tiempo abierto tras esa reforma y también se ha visto afectado por las crecidas. La ruta permitirá su reapertura.

Gracias a la restauración de los Sotos de la Albolafia, la noria y su molino han reaparecido brindando imágenes olvidadas. Hace cinco años, el Gobierno anunció su recuperación con un ambicioso proyecto que le iba a devolver la oportunidad de regar los jardines del Alcázar e iba a rehabilitar los molinos de San Lorenzo y San Rafael. La inversión superaba los 80 millones pero se topó con la crisis.

Desde el 2009, los once molinos situados en el río están inscritos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como monumentos, debido a que estas construcciones omeyas y califales (siglos VIII al XI) tienen un gran valor histórico y etnológico como muestras de la arquitectura preindustrial. Su historia estuvo muy ligada a la nobleza, órdenes religiosas y militares entre la conquista cristiana y el siglo XIX, momento en el que con la desamortización de los bienes eclesiásticos, fueron comprados por particulares. Solo los molinos de la Albofalia, San Antonio y la Alegría pasaron a manos del Ayuntamiento. En 1942 dejaron de funcionar al prohibirse la molienda artesanal. Rafael Jaén asegura que la intención del Ayuntamiento es que "poco a poco se restauren otros molinos", sumándose a los tres recuperados. Jaén asegura que la ruta que se va a poner en marcha mostrará "una riqueza patrimonial distinta, que transportará a hace doce siglos, en la que tres molinos serán visitables y el resto se visualizarán de forma más cercana".