Los naranjos milenarios del Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral no solo dan sombra a los turistas sino que sus frutos amargos sirven de materia prima para una exclusiva línea de mermeladas gurmé que pretenden llevar el sabor de Córdoba a la mesa.

"Estas naranjas no tienen contaminación alguna, se riegan y se cuidan de una manera muy especial, por lo que de ellas sale un producto único", comenta Fernando Rivas, uno de los socios de La Buganvilla, un negocio local que tras experiencias familiares fabricando confituras naturales, decidió hace un año fabricar mermelada amarga a partir de los frutos del lugar más emblemático de Córdoba.

El Patio de los Naranjos está situado en el originario jardín de las abluciones que Abderramán I, fundador de la dinastía Omeya cordobesa, construyó para que los musulmanes se limpiaran en unas de sus fuentes antes de las oraciones y que ahora comparten espacio con hileras de 98 naranjos, cuyo fruto se recolecta en febrero.

Así, el pasado año, y mediante el pertinente permiso del Cabildo Catedralicio, órgano gestor del templo, las naranjas recogidas por el personal de mantenimiento del lugar se llevaron a una cooperativa formada en exclusiva por mujeres de la localidad cordobesa de Villarubia.

Allí, "de manera completamente artesanal" elaboraron una receta única, que viene de tradición familiar de los socios de la empresa local de donde surgió la idea con alguna aportación de la cultura inglesa.

Mezclando un cincuenta por ciento de la pulpa del fruto amargo, previamente pelado y habiendo extraído las pipas de su interior, con la misma proporción de azúcar, se logra una confitura de regusto amargo, pero con la dulzura suficiente para aportar el sabor de las mermeladas tradicionales.

"El resultado ha sido un producto único, porque proviene de un lugar emblemático y por la elaboración artesanal", cuenta Rivas, quien además concreta que solo se envasaron 1.236 botes de mermelada de naranja amarga, "el regalo más reclamado de la ciudad por los turistas anglosajones".

Y es que el mercado anglosajón ya cuenta y valora el "bitter orange marmelade", mermelada amarga exportada, sobre todo desde Sevilla, por lo que los cordobeses no quieren tardar en realizar otra producción para venderla fuera, aunque por el momento solo la comercializan desde su tienda de productos cordobeses, de gastronomía y artesanía local, situada en el corazón de la Judería.

Sobre los distintos usos de la confitura amarga, Rivas recomienda untarla en el pan para el desayuno, pero también comenta que muchos clientes la compran para maridarla con un buen queso de la tierra como entrante o postre o, incluso, como ingrediente en salsas para acompañar carnes y pescados.

El sabor exquisito de la mermelada produjo una única "queja" anecdótica en su punto de venta pues cuenta la socia de Rivas que un cliente llegó a la tienda a decir que la confitura le había producido "cierto dolor de estómago", tras lo que confesó haberse comido el bote de "una sola sentada".

Y es que, como insisten desde la Buganvilla, este producto "es como poner Córdoba en la mesa" porque es "una delicatesen cien por cien natural" y sacada "del lugar histórico-patrimonial más representativo de la ciudad".