El Patio Barroco del Palacio de la Merced en Córdoba luce un aspecto renovado, tras más de 500 días de trabajo --desde el 1 de octubre de 2012 hasta abril de 2014--, gracias a la labor de recuperación realizada por un grupo de empleados de la Diputación, con el pintor Manuel Rojano a la cabeza.

De este modo, el vicepresidente primero de la institución provincial, Salvador Fuentes, se ha mostrado satisfecho con "el importante cambio que ha experimentado este patio emblemático, gracias a la dedicación y entusiasmo, no sólo de Manolo, sino también de Joaquín Gómez de Hita --arquitecto--, José Antonio Romero --arquitecto técnico-- y Pedro Recio --delineante--, todos ellos trabajadores de esta Casa".

Al respecto, Fuentes ha valorado "la importante labor que se ha realizado para que la fachada de este patio, que estaba bastante deteriorada, se muestre hoy así de espléndida".

En cuanto al trabajo que se ha realizado para la rehabilitación de este espacio del Palacio de la Merced, Manuel Rojano, ha explicado que "se ha pretendido que el impacto fuera menor, suavizando las tonalidades de los colores. Se han reparado los parámetros y hemos eliminado las humedades y retirado la pintura que estaba en mal estado", indica.

"Hemos utilizado pintura de primera calidad con un producto que transpira la humedad y evita que ésta entre, y que además impide que se agriete; y hemos usado un refuerzo de pigmentos minerales y naturales, muy adecuado para este tipo de arquitectura", ha apuntado Rojano, quien ha resaltado "el empeño de la Corporación provincial en este proyecto", cuyos materiales han tenido un coste de 7.000 euros, más la mano de obra del trabajador.

El Patio Barroco del Palacio de la Merced se construye en 1753 al sur de la iglesia, junto con la escalera principal. La obra se atribuye a Alonso Gómez de Sandoval. Este patio conforma el claustro principal del convento nuevo y es una de las piezas más destacadas del Barroco en Andalucía. De planta cuadrada, muestra dos alturas. La planta baja la conforma una galería porticada con siete parejas de columnas toscazas de mármol blanco por lado, que comparten 'podium' y 'cimacio'.

El tratamiento pictórico de cada una de las cuatro fachadas responde a las características del barroco de placas, recortadas en las enjutas y claves de los arcos y en los dinteles de los balcones.

La pintura polícroma que cubre las fachadas es similar a la de la fachada del edificio y es típica en la ciudad entre finales del siglo XVII y el siglo XVIII. La pintura subraya el relieve de las placas recortadas y de los elementos arquitectónicos que se superponen al fondo.

A finales de los años 70 del siglo XX se recupera la pintura polícroma que puede verse actualmente y que se ha ido conservando y reparando de forma sucesiva en varias ocasiones desde entonces.