La muerte de la vecina de Alcolea a manos de su marido "está claramente relacionada con la paranoia" por celos, una patología de "difícil pronóstico", que "nunca desaparece" y que haría inimputable al acusado (no es reponsable del delito al no estar en condiciones de comprender lo que hizo ni sus consecuencias) de este crimen que está siendo juzgado en la Audiencia Provincial de Córdoba. Según uno de los peritos, "no veía otra salida" a la situación aunque había pensado separarse.

Ayer declararon psiquiatras y forenses, quienes coincidieron en que este delirio "no afecta al resto de las capacidades" y que "enjuiciaba la realidad de una manera equivocada" al estar convencido de que su esposa le engañaba con su hermano, que vivía en el mismo edificio. Esta obcecación llevó a decir a uno de estos médicos que el acusado "no actuó libremente".

Como se recordará, a medianoche del 21 de mayo del 2013 el acusado y su mujer discutieron porque él tenía la idea de que le era infiel y de que su amante era su hermano. Bajó al garaje a por un martillo y lo colocó al lado de la cama y "con las luces apagadas y con el fin de acabar con la vida de su esposa, le lanzó un martillazo por la espalda a la cabeza", según el relato del fiscal. La víctima se defendió, pero el acusado se echó encima, le tapó la boca con una mano y con la otra le apretó el cuello hasta producirle la muerte por asfixia.

A POR EL HERMANO Unas horas después bajó al portal con un destornillador y un atizador de la chimenea para esperar a su hermano, a quien le propinó un golpe con "ánimo de hacerle perder la vida". Un sobrino logró reducirlo. La fiscalía solicita que se le interne en un psiquiátrico durante 34 años por el delito de asesinato y la tentativa de matar a su hermano, mientras que la acusación particular reclama 35 años de prisión.

El acusado comentó tras su detención que "las cosas no debieron llegar tan lejos", pero los médicos no pudieron determinar el grado de arrepentimiento. Uno de ellos precisó que este problema mental venía de largo, "de 15 a 20 años" sin tratamiento alguno y que cuando relató los hechos "lo hace con tanta credibilidad que parece que es verdad".

El procesado "podía creer que matar estaba mal, pero no veía otra salida" y que una vez eliminado el objeto de la paranoia (su mujer) solo se entiende que hubiera ido a por su hermano "por la carga emocional". Sin embargo "no todos los trastornos delirantes" acaban en crimen.

El juicio continúa hoy con los alegatos de la fiscalía, la defensa, la Junta de Andalucía (personada como acusación) y la acusación particular.