La última versión del robot da Vinci, ese aparato de grandes brazos metálicos que estos días manejan los médicos del Reina Sofía permite realizar pequeñas incisiones con mejores resultados estéticos, reduce la necesidad de transfusiones al reducir los sangrados durante las intervenciones quirúrgicas e incrementa la posibilidad del paciente de acceder a un tratamiento mínimamente invasivo». Según la doctora Requena, incorporar esta tecnología en los quirófanos miniza el riesgo de complicaciones, facilita el aprendizaje rápido de los especialistas y el acceso a cualquier punto de la anatomía del paciente, en parte, gracias a sus brazos que giran 360 grados. Al parecer, también «reduce el tiempo operatorio respecto a la laparoscopia para el mismo tipo de intervención y elimina el riesgo del temblor fisiológico». Aunque se utiliza especialmente en los campos más complejos del área urológica y colorrectal, «permite la práctica en cualquier tipo de paciente y especialidad».

La Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Andalucía (Aetsa) ha estudiado el impacto de esta tecnología en los dos hospitales andaluces que la usan desde el 2007. Sus conclusiones, presentadas recientemente, señalan que «los resultados en cirugía reducen el sangrado, las complicaciones postoperatorias y la duración de la estancia hospitalaria del paciente». Sin embargo, Aetsa señala algunos peros como que «la tecnología robótica, en comparación con la laparoscópica, consigue peores resultados en cuanto al tiempo de cirugía». La nueva versión del Da Vinci introduce algunas mejoras como el cambio en el diseño de los brazos, ofreciendo un mayor acceso al paciente, instrumental más avanzado y diverso y un sistema de visión más nítido y preciso. A.R.A.