A Marina y Pedro les llena de ilusión ver los avances que consigue su hijo cada día (como cuando empezó a andar por fin, coger un lápiz o un tenedor), aunque también alguna vez presente algún retroceso. «Todo el mundo sueña con el mejor hijo. Para nosotros, saber que nuestro pequeño tendría este síndrome fue un golpe gordo que no quieres que te pase. Tampoco teníamos ningún caso cercano, pero hablas con otras familias que pertenecen a Down Córdoba y que tienen hijos con esta alteración y ves que sus pequeños son felices, así que ¿por qué no íbamos a serlo también nosotros?», se pregunta Marina. «Mi hijo Guillermo avanzó mucho en la guardería Tutuá, ahora va al colegio Eduardo Lucena e incluso se queda en el comedor. Por la tarde va a atención temprana a Down Córdoba y también a natación. En nuestra casa le tenemos montado como un pequeño gimnasio para mejorar su estimulación y cuando hace bueno vamos al parque para que esté en contacto con otros niños. La rutina de cualquier pequeño de su edad», relata esta madre.