Pocas personas conocen al Padre Patera, por su verdadero nombre, Isidoro Macías Martín. La fama que se labró durante décadas este franciscano onubense de 72 años, por acoger y cuidar a tantos inmigrantes que llegaban a las costas gaditanas a finales de los años 90 y principios de este siglo, posibilitaron que fuera nombrado en el 2003 Héroe Europeo del Año por la prestigiosa revista Time (el primer español en recibir ese reconocimiento). Una distinción que se suma a la Medalla de Oro de la Ciudad de Algeciras, el Premio Andalusí de Honor, entre otras. Con motivo de su reciente jubilación, Isidoro Macías ha sido destinado a la Casa Familiar San Francisco de Asís de los hermanos de la Cruz Blanca en Córdoba. Esta casa cuenta con una residencia de gravemente afectados, otra de adultos con centro ocupacional y con una unidad de estancia diurna. Mientras efectuaba el servicio militar en Ceuta, Macías conoció a Isidoro Lezcano, (jefe del Servicio de Meteorología de la ciudad, que ayudaba a las personas desfavorecidas y también con alguna discapacidad) y cofundó con él los Hermanos de la Cruz Blanca. Antes de ser destinado a Algeciras en 1982, Isidoro Macías trabajó en Cáceres en un colegio con alumnos con discapacidad.

<b>-¿Cómo le ha recibido Córdoba, ciudad a la que llegó en febrero?</b>

-Con mucho cariño, aunque añorando Algeciras, donde he estado 35 años. En mis primeros años allí me dedicaba a atender a personas sin recursos que vivían en la calle y a las que acogía para darles algo caliente durante el frío invierno, muchos de ellos ancianos o con alguna adicción. Algunas veces los recogíamos nosotros o nos los traían las fuerzas de seguridad. Se quedaban una noche y si había camas podían repetir. A finales de los 90 empezó el fenómeno migratorio y con frecuencia llegaban pateras a la costa de Algeciras. Algunos venían de Marruecos, otros de Nigeria, Mali, Sierra Leona o Costa de Marfil. Los hombres no se solían quedar porque ya tenían apalabrado con otros conocidos su traslado a Madrid, Barcelona o a otros países como Francia. Pero las mujeres sí se quedaban la mayoría, porque venían muchas embarazadas, a punto de dar a luz, o con niños pequeños. La mano de Dios estaba ahí para que no pasara nada, aunque a veces la muerte era inevitable debido al tiempo, al estado de las barcas. No sé cuántos niños se ha tragado el agua del Estrecho. Muchos hijos de inmigrantes han podido estudiar, algunos son abogados porque quieren luchar por sus derechos.

<b>-¿Y en qué condiciones viajaban esos inmigrantes?</b>

-Primero venían en barcas de madera y luego en zodiac, más resistentes. Pero como se montaban muchos más de lo que podían aguantar pues se iban hundiendo. Gracias a las fuerzas de seguridad, que siempre estaban atentas, los interceptaban y se salvaban la mayoría. Los guardias civiles tienen un gran corazón. Se notaba en la forma de coger a esos niños que venían con solo un pañal puesto. Me llamaban a cualquier hora de la madrugada para avisarme de que me llevaban a algunos de estos inmigrantes a la Casa Familiar Virgen de la Palma, inmueble que nos cedieron para acogerlos. Me pedían perdón por despertarme. Y yo les decía siempre que a mí me podían llamar siempre que quisieran que para eso era fraile, para dar lo que uno tiene a los demás.

<b>-¿Le parece a usted que ahora tienen menos repercusión informativa que hace 15 años las noticias sobre la llegada de pateras?

</b>-Puede ser. Siempre me gusta decir que la fe mueve montañas, pero además de eso, los medios de comunicación, cada vez que difundían la labor que hacíamos movían corazones y posibilitaban que nos llegaran donaciones para comprar alimentos o pañales y pagar billetes de autobús y otras necesidades. Y también esas noticias hacían que la sociedad se concienciara sobre un grave problema que aún persiste.

<b>-A pesar de la dureza de la inmigración ilegal, ¿qué hechos agradables recuerda de esa etapa?

</b>-Muchos. Los propios periodistas y cámaras que cubrían las noticias cuando ayudábamos a los inmigrantes daban ejemplo de generosidad en esas llegadas masivas. En una de ellas me vi desbordado y una periodista me dijo que junto con otros compañeros me ayudaría a lavar a los niños. Y como quería que su gesto quedara anónimo le pidió a sus compañeros cámaras que no la grabaran. La mitad de los periodistas y cámaras se dedicaron a cuidar a los niños y la otra mitad a buscar alimentos y ropa. Es algo que no se me olvida, igual que un donativo que me llegó de una mujer conmovida al escuchar por la radio nuestra labor. Esta señora escribió en un sobre solo Padre Patera, Algeciras (Cádiz), metió 5 euros, que es lo que ella podría dar y lo bonito es que la carta llegó. Hay gente que ha hecho mucho más que el Padre Patera.

<b>-¿Quiénes solían contribuir económicamente con su labor?

</b>-Numerosas personas anónimas, sencillas, algunas de las cuales, con la llegada de la crisis, pasaron a tener una situación económica delicada y venían a decirme con mucha vergüenza que no podían seguir ayudando, que eran ellos los que ahora necesitaban un respaldo. Había días que me fallaba la fe y pensaba que no llegaba el dinero y mis compañeros me decían «Dios proveerá». Por ejemplo, un día me pidió un inmigrante dinero para un billete en bus a Barcelona y como pudimos se lo pagamos. Me entrevistaron después en la radio y un hombre de Zaragoza aportó más de lo que aquello costó. ¡Hemos pagado tantos billetes! Siempre me preguntaban que a cuántos inmigrantes habría atendido en todos esos años y no lo sé porque nunca lo registré, porque no eran números, eran personas. Se habla muy mal de la Iglesia, pero cuando nosotros acogíamos a las personas sin hogar y a los inmigrantes también estaba Cáritas y ahí sigue ayudando.

<b>-¿Cómo se resuelve el problema de la inmigración ilegal?

</b>-Ayudando a esos países a que crezcan económicamente para que no existan mafias que engañen a estas personas, prometiéndoles un futuro mejor y luego exigiéndoles un alto precio a cambio. La mayoría de los que llegaban en las pateras no sabía ni dónde iban, creían que llegaban a Francia y era España.

-Y la crisis de los refugiados, ¿tampoco tiene solución?

-Europa y la ONU tienen capacidad para resolver esta guerra y la muerte de tantos niños y mayores inocentes.

<b>-Ustedes fueron pioneros en prestar una atención a personas desavorecidas de la calle y a inmigrantes, hasta que esa asistencia la reguló el Gobierno, ¿no?

</b>-Así es. Tuvimos el albergue de las personas mayores y la casa para los inmigrantes. Luego el Gobierno central se hizo cargo de estos servicios, en colaboración principalmente con Cruz Roja.

-¿Qué opinión le merece el Papa Francisco?

-Me gusta su continua defensa de que la caridad debe demostrarse con las personas de la calle.

<b>-¿Cuál es su labor actual?

</b>-Como ya estoy jubilado pues hago lo que me mandan aquí. También estoy ofreciendo conferencias en institutos y parroquias.

-¿En su famliia también había algún religioso?

-No. He sido el único. Seguí los pasos de mis padres, que siempre ayudaban mucho a los demás. Mi madre ejercía como comadrona, ayudando a nacer a los niños.

<b>-Ya llega la Semana Santa. ¿Tiene alguna devoción especial?

</b>-Felicito ante la próxima Pascua de Resurrección a todo el pueblo de Córdoba y le deseo que pase una feliz Semana Santa. Me gusta ver a Cristo en cada persona.