Desde que el astronauta estadounidense Neil Amstromg pisó por primera vez la superficie lunar en 1969, son muchas las películas y libros que han visto la luz sobre el espacio, ese gran ente misterioso, inalcanzable para algunos pero quizás no tan distinto a nuestro planeta Tierra, quieren creer otros. Siempre queda la incógnita de saber qué habrá más allá y si ese hallazgo puede ser útil para la humanidad. El ingeniero electrónico Pablo Hernández Clemente (Córdoba, 1984) nació mucho después de que se estrenasen películas legendarias y con numerosas secuelas como Star Wars o Alien . Hernández no podía imaginarse en su etapa de estudiante de ingeniería en la Escuela Politécnica de Córdoba que trabajaría en proyectos relacionados con el sector aeroespacial. Tras licenciarse, realizó un máster en la Universidad Politécnica de Valencia, incluido un año de Erasmus en Austria. Y a través de esa universidad logró en el 2010 una beca en la ESAC (Agencia Espacial Europea), para colaborar en el proyecto científico XMM Newton (parecido al famoso telescopio Hubble ) y que servía para medir la emisión de rayos X en los objetos astronómicos. Posteriormente, este cordobés se vinculó, en el periodo del 2011 al 2013, al INTA (Instituto de Técnica Aeroespacial), instalación que incluye un centro de la NASA (Estación Espacial Internacional). En el INTA trabajó en el proyecto Optos. Esta iniciativa quería comprobar la comunicación wireless (sin cables) dentro de un nanosatélite y la medición de magnitudes con ciertos componentes electrónicos en una determinada órbita. Y desde el 2013 forma parte de la plantilla de Innovative Solutions in Space, una empresa con sede en Holanda, reconocida a nivel mundial por la NASA como una de las mejores compañías en diseño, desarrollo, integración y lanzamiento de minisatélites. Esta firma desarrolla minisatélites low cost , con aplicaciones en el mundo de las telecomunicaciones, investigación científica o conocimiento del entorno espacial.

--¿La empresa para la que trabaja desarrolla minisatélites?

--Sí. Y además, Innovative Solutions in Space quiere demostrar que, con poco presupuesto, entidades que antes no disponían de una elevada inversión económica para acceder al espacio ahora sí pueden hacerlo. Empleamos técnicas más sencillas y componentes electrónicos más asequibles que los que contienen satélites comerciales de comunicación o GPS. Desde siempre, sacar algo al espacio costaba mucho dinero porque el satélite era grande y el coste de los componentes incrementaba mucho el precio. La moda low cost surgió coincidiendo con la crisis económica y permite dar acceso a este tipo de innovación a entidades como universidades y centros científicos de diversos puntos del mundo que nunca se podrían haber imaginado que iban a poder participar en proyectos de ingeniería aeroespacial y que rápidamente, en cuestión de meses o años, podrían lanzar minisatélites en órbita y cualificar lo que han desarrollado o hacer medidas científicas.

--Su empresa se nutre del conocimiento universitario.

--Sí. Es un spin-off (proyecto nacido) de la Universidad Politécnica de Delft (Holanda). La sede de la compañía está en esta ciudad y allí trabajamos más de 50 profesionales. Nos encargamos de la parte de ingeniería de estas plataformas y hacemos la conexión interface con el lanzador. Lanzar un satélite grande tiene un precio muy alto por el elevado peso. Pero ahora a los desarrolladores de satélites les interesa disponer de plataformas más pequeñas para que aumente el negocio y se abarate el proceso.

--¿Y qué utilidad tiene enviar estos minisatélites al espacio?

--El desarrollo de tecnología espacial tiene un impacto muy grande en el número de aplicaciones y servicios en nuestra vida cotidiana, desde medio ambiente, seguridad, transporte y telefonía móvil a televisión. El uso de minisatélites permitiría reducir el coste de todas estas aplicaciones. Las universidades aprovechan también estos proyectos para formar a estudiantes y realizar investigación científica. Por otro lado, desde el punto de vista privado, pequeñas empresas tienen acceso a participar en proyectos espaciales para desarrollar nuevas tecnologías o mejorar las actuales y de esa forma ser más competitivas y dar valor añadido a sus productos.

--¿Y a qué tipos de clientes le interesa esta tecnología?

--El desarrollo de minisatélites ha crecido exponencialmente en los últimos años, pero aún es una tecnología de reciente creación, en la que no se comenzó hasta hace 10 o 15 años. Los clientes a los que se destinan estas innovaciones pueden ser agencias espaciales, en las que participan consorcios internacionales que quieren abrir nuevas líneas de investigación o para medir ciertas magnitudes en el espacio. También empresas privadas que quieren sacar beneficio de poner un minisatélite en el espacio, así como universidades que trabajan en equipos para desarrollar plataformas. La palabra clave en este ámbito es el Cubesat (minisatélite de tamaño 10 por 10 por 10 centímetros) y se puede lanzar solo o unido a otros cubos iguales. Es utilizado principalmente por universidades para proyectos de ciencia e investigación espacial. Me gustaría que la Universidad de Córdoba se animase a desarrollar junto con estudiantes universitarios un nanosatélite o Cubesat (made in Córdoba).

--En el ámbito de los minisatélites, ¿qué universidad española es más activa?

--Pues la Universidad de Vigo, junto al INTA, impulsó hace unos años el proyecto Xatcobeo y es muy activa en el sector de los Cubesat , así como también las universidades politécnicas de Madrid o de Cataluña. Por su parte, aquí en Andalucía está la iniciativa Solar Mems, que, junto con otras firmas andaluzas, participa en el proyecto Cepheus , que consiste en el diseño, implementación e integración del primer satélite 100% andaluz, con un peso muy reducido. En la película Wall-e , de Disney, se aborda el problema de la basura espacial en una hipotética Tierra abandonada en un futuro lejano. En la actualidad existe un llamamiento internacional a los fabricantes de satélites para que sean conscientes de que se ha lanzado numerosa tecnología al espacio, pero nadie se ha preocupado en los últimos 30 años de decidir qué va a pasar con esa basura espacial.

--Se está investigando en líneas para frenar la basura espacial, ¿no?

--Sí, a nivel mundial se está fomentando el uso sostenible del espacio, de forma que, si una entidad está interesada en lanzar un satélite, al final de su misión contemple la opción de de desorbitar el satélite. Por ejemplo, el proyecto Deorbitsail es una iniciativa europea --en la que ha participado Innovative Solutions in Space-- que quiere demostrar que el despliegue de una vela de unos 25 metros cuadrados fabricada con un material especial permitiría desorbitar el mini satélite en poco tiempo. Con ello se pretende reducir la cantidad de satélites que permanecen en el espacio y evitar colisiones de unos con otros.

--¿Cuántos satélites puede haber en la actualidad en el espacio?

--No lo sé, creo que muchos. Dentro de esta preocupación por la basura espacial existen también proyectos enfocados a la recogida de satélites o de otros objetos como satélites viejos, resto de cohetes o de explosiones.

--¿En qué otras iniciativas está embarcada la empresa para la que trabaja?

--Pues, por ejemplo, en el QB50, un proyecto con participación de numerosas universidades y empresas europeas, que quiere lanzar en el plazo de uno o dos años una constelación de 50 minisatélites de forma simultánea, en una órbita cercana a la Tierra. La misión pretende demostrar el uso científico de una constelación de 50 cubesats construidos por equipos de todo el mundo para hacer un estudio científico de la termosfera (una región del espacio que se encuentra entre 100 y 600 kilómetros de altura).

Pablo Hernández no se considera parte de una generación perdida, que es el nombre que se le da a los miles de jóvenes que, con una excelente formación académica e investigadora, se han marchado fuera de España para trabajar en el extranjero, coincidiendo con la alta tasa de paro que ha traído la crisis económica. Para este cordobés, dejar su tierra es una experiencia gratificante de la que está aprendiendo muchísimo.

--En España numerosos grupos de investigación se han visto gravemente afectados por la falta de financiación debido a la crisis. ¿A Innovative Solutions in Space también le ha repercutido?

--El desarrollo de tecnologías de bajo coste en tecnología espacial en una época de crisis ha permitido el crecimiento del sector y de las empresas relacionadas con minisatélites.

--¿En qué nivel estima que se encuentra España en el desarrollo de minisatélites?

--Bien en cubesats , desde el punto de vista universitario. Sin embargo, en lo que respecta a empresas no existe demasiada representación en este mercado, aunque desde hace más de 15 años el INTA ha sido referente mundial tanto en mini como en nanosatélites. El proyecto Optos ha heredado la experiencia de 20 años de desarrollo tecnológico e innovación. El sector espacial es clave en el desarrollo económico y pienso que España debería invertir y fomentar mucho más en la I+D de nuevas tecnologías en el espacio.

--¿Qué reto espera conseguir dentro de su trabajo?

--Continuar trabajando de momento en el mercado de los pequeños satélites, que es un gran reto. Soy muy joven y me queda mucha carrera por delante. Deseo seguir en proyectos con agencias espaciales internacionales y poder continuar demostrando el impacto y la solidez que aportan estas tecnologías.

--¿Le gustaría viajar al espacio?

--No. Creo que viajar al espacio es muy caro.

--¿Y mucho menos participar en el viaje a Marte que prepara precisamente una fundación de Holanda, que es el país donde ahora vive?

--Tampoco.

--¿Es de los que piensa que hay vida más allá de este planeta?

--No sé. No me he planteado esa pregunta.