1917 fue un año mundialmente convulso y localmente complicado. Mientras la Europa sumergida en la Gran Guerra estudiaba los movimientos políticos de Alemania y asistía a las revoluciones bolcheviques, en España, que se mantuvo neutral al conflicto bélico, la situación tampoco era fácil. Fue la fecha en la que se constituyeron la Asamblea de Parlamentarios y las Juntas de Defensa y cuando se celebraba una huelga general. Córdoba no permaneció ajena a estos acontecimientos y en agosto secundaban el paro muchos trabajadores, entre ellos algunos de los ferroviarios que en aquella época acababan de adquirir unas parcelas para construir sus casas unifamiliares en un olivar situado junto a los antiguos talleres de Renfe que con el tiempo daría lugar al actual Olivos Borrachos.

Nacía así un nuevo barrio en unos terrenos de cultivo con un nombre curioso cuyo origen tiene varias versiones. Así se habla de que esa zona era un lugar de encuentro para celebrar los típicos «peroles» cordobeses o para jugar a las cartas, por lo que era habitual que allí se consumiera vino. Otra de las versiones relata que los olivos estaban dispuestos en el terreno de forma aleatoria, sin orden, por lo que parecían borrachos.

Sea cual sea el germen de ese nombre, lo cierto es que, además de los ferroviarios, se trasladaron a vivir al barrio los trabajadores de la Sociedad Española de Construcciones Electromecánicas, La Letro, la fábrica de maquinaria fundada también en 1917 y reconvertida en la actual Cunext Copper Industries. Unos y otros levantaron las primeras casas, algunas de las cuales permanecen.

El barrio, de pequeñas dimensiones y situado al final de Periodista Quesada Chacón, la continuación de la avenida de América, quiso conmemorar el pasado año su centenario y para ello organizó un encuentro vecinal al que asistieron representantes de todos los grupos políticos municipales, a quienes les trasladaron algunas de sus reivindicaciones.

Los Olivos Borrachos tiene ya cien años y, en consecuencia, algunas «arrugas», como explica Rafael Castilla, presidente de la AAVV. Por ello considera necesario acometer algunas mejoras en sus calles, «envejecidas» por el paso de los años, pero sobre todo dar una solución al «tacón» que limita la salida y el acceso a la barriada en la calle José Alcaide Irlán. Se trata de un estrechamiento de la calle, que limita con las vías del tren y que dificulta el acceso y la salida de los vecinos. Un terreno que en la actualidad pertenece a ADIF y que está ocupado por elementos de la infraestructura ferroviaria de la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla, según la respuesta dada por el Gobierno central el pasado junio a una pregunta formulada por el diputado por Córdoba del grupo socialista Antonio Hurtado.

En su respuesta, el Gobierno señala que está abierto a la cesión de los terrenos al Ayuntamiento de Córdoba siempre y cuando se cumplan algunas condiciones que pasan por la «reposición de las instalaciones ferroviarias afectadas» o que los terrenos desafectados sean obtenidos por el Ayuntamiento. Ahora los vecinos están pendientes de la negociación entre ADIF y la administración local.

La delegada de Infraestructuras, Amparo Pernichi, ha destacado que en 2015, con la antigua corporación se estaban ejecutando en esa zona una segunda fase de unas obras que no fueron autorizadas por ADIF, es decir, «que no se había negociado la cesión y ellos adjudicaron una obra que era imposible de ejecutar». Tras negociaciones con la entidad pública ferroviaria se pudo concluir esa segunda fase. Ahora queda una tercera que dependerá del acuerdo que alcancen ambas administraciones.