El obispo de Bangassou, el cordobés Juan José Aguirre, se vio envuelto el pasado domingo en un tiroteo del que salió afortunadamente ileso, a pesar de colocarse como escudo humano para salvar a numerosas personas, pero en el que fue asesinado el imán de la Mezquita de la ciudad en la que Aguirre desarrolla su misión religiosa.

Los culpables de esta nueva acción son unos 600 mercenarios Anti-Balaka (que suelen atentar contra población musulmana), según relata el director de la Fundación Bangassou y hermano del obispo, Miguel Aguirre. Estos terroristas habían arrasado el barrio de Tokoyo, en Bangassou, donde residía mayoritariamente población musulmana. Por eso, Juan José Aguirre y el cardenal Nzapalainga decidieron desplazarse hasta la Mezquita para tratar de ayudar a todos los que habían huido hasta allí para refugiarse de los Anti-Balaka, Desde que ocurrió este suceso el obispo de Bangassou tiene resguardados en la catedral de esta ciudad, en el Seminario Menor y en su propia casa a unos 1.500 musulmanes, cuyo barrio fue arrasado y quemado por esta facción Anti-Balaka. Miguel Aguirre señaló que como consecuencia de estos hechos han fallecido unas cien personas, entre ellos algunos de los propios terroristas.

Bangassou es una ciudad situada a 700 kilómetros al Este de Bangui. Los insurgentes atacaron la base de las Naciones Unidas durante la madrugada del sábado 13, cerca del aeródromo, y los barrios habitados por musulmanes. Los algo más de 3.000 habitantes de Bangassou han cruzado el río para refugiarse en la vecina República Democrática del Congo. Un casco azul marroquí resultó muerto y otro herido de gravedad.

Hacía varias semanas que la tragedia se venía gestando en los pueblos de los alrededores. La ciudad de Bangassou, desde finales de 2013, ha sido uno de los poquísimos lugares de la República Centroafricana que ha estado libre de la presión de los grupos armados, tanto los Selekas (de mayoría musulmana) como los anti-balaka.

La diócesis se puso de acuerdo con la comunidad musulmana para poner en marcha un comité de mediación -presidido por el sacerdote que dirige Caritas- que desactivó tensiones antes de que los conflictos locales se desbordaran.

El obispo cordobés ha remitido un mensaje de tranquilidad a su familia, manifestando que “estoy muy bien, haciendo de escudo en la mezquita para que no maten a más de 500 mujeres y niños dentro”. Añadió que “llevamos varios días protegiendo la mezquita, recogiendo heridos y cadáveres. Hemos contado 40 fallecidos y más de 100 heridos. Muchos musulmanes quieren exiliarse al Congo. Es mala cosa. La misión aquí está llena de gente. 20 personas y niños han dormido en un salón durante 3 días. Estoy bien y vivo todo en calma. Tomo mis medicinas. Duermo bien”.

Así relataba Aguirre el horror que está viviendo: “Hemos traído más de 1.000 musulmanes de la mezquita hasta el seminario, que, con los otros desplazados hay aquí unas 1.500 personas. Los musulmanes lo han perdido todo. Esta noche robarán sus comercios, mañana sus casas, otro día sus planchas de zinc. Han quemado el mercado de Tokoyo. Hay 4 muertos que mañana enteraremos junto a los de la Cruz Roja. Esta mañana han enterrado 20. Cuando me volví a casa no quisieron quedarse allí y dejaron el resto para mañana. Os mando algunas fotos, las menos desagradables”.